Alberto Espinosa perdió su taller de carpintería y parte de su vivienda en el incendio del pasado domingo, en Zámbiza. Mientras camina por el piso de madera calcinado, recoge una a una las herramientas de su trabajo: cepillos, compresores, un horno eléctrico, entre otras pertenencias… en una esquina del desolado sitio se ve la estructura de lo que días atrás fue su compañera desde hace 35 años y que le ayudó a que su esposa Jeaneh le diera el sí para casarse con él. Es una guitarra acústica Yamaha. Espinosa recuerda que la compró a crédito, a 55 000 sucres. “Cuando vi que las llamas se acercaban a mi casa, corrí. Lo que primero hice fue poner a recaudo a mi hija Mayita de seis años y a mi esposa. Mi hijo Jordy, de 17 años, me ayudó. Después volví a la casa, quise sacar mi guitarra, pero fue imposible”, recuerda.
Espinosa toma el instrumento musical del mango. Ya no tiene cuerdas y la caja de resonancia está rota. A pesar de eso, la recoge y la guarda. Dice que fue su compañera. La trajo consigo cuando viajó a probar suerte, desde su natal Vinces hasta Quito.
Silva una canción del cantautor Piero: “Llegando, llegaste, te mire de frente, después puse un nombre, te llamé ternura”…, canta, y desde la ventana de otra habitación se asoma su esposa. Ella también silva. Ambos se abrazan en medio del taller quemado y aseguran que saldrán adelante. “El fuego me quitó todo, menos las ganas y las fuerzas para seguir viviendo”.