Dos turistas estadounidenses tomaban fotografías y filmaban a las delegaciones estudiantiles que ayer estuvieron en la Plaza Grande, desde las 08:00. “¡Oh my God, wonderfull!” (¡oh mi Dios, maravilloso!) decía, con entusiasmo, una de las jóvenes.
Con bandas de guerra, los estudiantes de los colegios municipales saludaron a Quito, por sus 476 años de fundación. Faltando 15 minutos para las 09:00, las comitivas avanzaron por la calle Chile hasta llegar a la iglesia de La Merced. Allí se realizaría el tradicional tedéum (misa en honor a la ciudad).
En el desfile también participó una delegación del Cuerpo de Bomberos. Esta institución llevó los inciensos y otras ofrendas para entregárselas al arzobispo, Fausto Travez.
Junto al alcalde Augusto Barrera caminó Ana Carolina Vela, la flamante soberana de la ciudad. Estudiantes de los colegios Fernández Madrid, Benalcázar y Militar Abdón Calderón saludaban a la Reina. “Reinita, reinita, una sonrisita”, le gritó uno de ellos, mientras la enfocaba con su cámara fotográfica. Vela respondía con besos y saludos a los piropos de los quiteños.
La Banda Municipal acompañó con la entonación del tradicional Chulla Quiteño. Los músicos no dejaron de tocar sus instrumentos hasta que todos los invitados estuvieran dentro de la capilla. Adentro, la alegría cambió por solemnidad.
La Sinfónica Metropolitana de Quito fue la encargada de darle este aire solemne a la eucaristía. Se entonaron himnos religiosos para acompañar las voces del Coro Ciudad de Quito. El maestro Miguel Jiménez fue el director.
El tedéum se realiza anualmente. El 11 de mayo de 1965 se expidió una ordenanza municipal. Se trata de una celebración de acción de gracias a Dios y a la Virgen de la Merced, quien ha sido declarada protectora, patrona y fundadora de Quito.
La reflexiones del Arzobispo fueron sobre la fundación española y la religiosidad de la capital. “Caminatas como las que se hacen en honor a la Virgen de El Quinche o la procesión de Jesús del Gran Poder reflejan que la ciudad tiene un espíritu de devoción y oración”.
Al terminar la ceremonia, los asistentes aplaudieron a la ciudad y salieron en un protocolario desfile. Barrera dijo que es muy importante poder vivir en Quito, una ciudad tradicional y moderna al mismo tiempo.
Las bandas de guerra de los colegios acompañaron al Alcalde hacia el Palacio Municipal y se quedaron por un tiempo más frente a la Plaza Grande, mientras la gente se agolpaban y cantaba el Lindo Quito de mi vida.