En el gris de la fachada de la iglesia de San Francisco, dos rostros infantiles con los ojos bien abiertos y de color rojizo, captan la atención. Los querubines están en las esquinas, sobre el portón principal.
Con las mejillas sonrojadas y pequeñas alas, los querubines ya no esconden su forma y color a los devotos y visitantes. Después de 11 meses de trabajos de restauración y conservación de la fachada de la iglesia, los detalles y formas que se descubrieron recuerdan leyendas y cuentos de la ciudad.
En las esquinas y surcos de las figuras, saltan a la vista vestigios de un pasado dorado que recubre las piedras. En el proceso de limpieza, los técnicos y restauradores encontraron restos de pan de oro.
Las figuras del Padre Eterno, San Pedro, San Pablo, los querubines y varios elementos decorativos tenían tres capas de pan de oro. Detalle desconocido hasta antes de que concluya la restauración. Ahora, los tonos dorados brillan sobre las viejas esculturas.
Las estructuras de piedra también se sometieron a trabajos de conservación y restauración. El paso del tiempo evidenció el deterioro de la fachada: el color de la piedra se opacó, la vegetación creció sobre las cornisas y las figuras parecían perder forma.
Los trabajos de restauración consistieron en realizar una limpieza con agua, jabón neutro y cepillos, en las piedras de la fachada. Jesús Loor, arquitecto y coordinador del proyecto impulsado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), aseguró que la fase más difícil del proceso fue la limpieza. “Encontramos vegetación, capas de hasta 15 cm de excrementos de palomas, nidos y restos de palomas. Con la lluvia, sol y viento se aceleró el proceso de degradación de la piedra”.
Ninguna piedra fue reemplazada. Se aplicaron sustancias para preservar su estructura. En la cornisa se colocaron injertos donde había grietas o faltantes de piedra. Silvia Ortiz, arquitecta fiscalizadora de la obra, explicó que más allá de una cuestión estética, la colocación de injertos es funcional. “Cuando no hay borde, el agua se desliza por el perfil de la cornisa y es donde se acumulan las sales que desgastan las piedras”.
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También se hizo un tratamiento de desinfección. Se aplicaron capas de algodón que tenían químicos para extraer las sales minerales y, en algunos lugares, restos de orina humana. En estos sitios específicos el tratamiento duró hasta tres días.
La fachada de la iglesia muestra una imagen remozada. El telón de 21 metros de alto que cubría la fachada durante los trabajos, fue retirado esta semana.
Rosario Terán, de 79 años, acude a San Francisco todas las mañanas para escuchar la misa. Minutos antes de entrar alzó la mirada y se detuvo.
El escudo de los franciscanos, que se encuentra en la parte superior izquierda del portón, interrumpió su paso. “No me había fijado en ese escudo. Tiene dos tonos (rojizo y pastel) y es muy llamativo muy importante”.
Ella retrocedió unos metros y contempló la fachada completa. Descubrió elementos que antes no captaban su atención, como las frases incrustadas en la piedra, debajo de la cornisa principal.
Cargadores, lustrabotas y vendedores son vecinos permanentes del templo. Hay transeúntes que levantan sus miradas y se detienen a descubrir las formas y nuevos colores de la fachada.
Entre correteos, risas y juegos, David carga su pequeña caja de madera donde guarda sus implementos para limpiar y lustrar los zapatos de sus clientes.
Él es parte de este lugar. La iglesia muestra una cara más limpia, según su percepción. “Las piedras son más blancas. Ya se ven a los santos de color rojo y las pequeñas flores en la parte de arriba de las columnas”.
Es la primera restauración que se realiza de la fachada de la iglesia de San Francisco, según el registro histórico del Instituto de Patrimonio. El templo no deja de ser un enigma, desde que según la leyenda, fue construido por el indio Cantuña. Ahora, muestra una nueva imagen con tono rojizo.
Los trabajos
Personal. En la obra intervinieron cinco técnicos especialistas y el arquitecto contratista. Además, un grupo de 20 personas entre restauradores y obreros, principalmente.
Inversión. El Instituto Metropolitano de Patrimonio invirtió USD 140 000 en la conservación y restauración.
Estructura. Ningún elemento fue reemplazado o sustituido. Los portones de madera también fueron recuperados.
Intervención. Los trabajos también se realizaron en las portadas de ingreso al Convento y las capillas de Cantuña y San Carlos, que se encuentran en los laterales de San Francisco.