Los 410 000 carros que circulan en Quito son los causantes del 70% de la contaminación del aire.
Según estimaciones de la Secretaría de Movilidad y Obras Públicas, al año se consumen 80 millones de galones de diésel automotor y 150 millones de gasolina.
Estos combustibles, considerados fuentes móviles de contaminación, emanan a la atmósfera contaminantes tóxicos como el monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno, ozono y material particulado (PM).
Las zonas con mayores concentraciones de estos gases son El Camal, La Marín, Necochea y La Basílica. Así lo determinó el Informe de la Calidad del Aire 2011, que lo elaboró la Secretaría de Ambiente del Municipio.
En La Marín, un punto crítico es la av. Pichincha. Por allí circulan buses articulados y convencionales. Mónica Hinojosa, dueña de una peluquería, debe limpiar las vitrinas y espejos por lo menos tres veces al día, porque se acumula el hollín. “Es terrible, se pasa el trapo y sale negro”. El lavamanos y el inodoro de su local están ennegrecidos por el esmog.
Hinojosa decidió mudarse del sector, donde ya reside cinco meses, porque siente que su salud se afecta. Tiene dolores de cabeza y ardor en la garganta.
Mariana Quiñaluisa vende ropa en el Centro Comercial San Martín. Su local está junto a la puerta de ingreso. Ella cuenta que la ropa se ensucia y debe rematarla a menor precio para no perder. “En ocasiones me toca lavar la mercadería porque se mancha de negro y se queda grasosa”.
Valeria Díaz, responsable de la Red de Monitoreo de la Calidad del Aire, explica que el problema del aire de Quito es el material particulado (PM). Por la altitud de Quito, a 2800 msnm, la combustión es incompleta y se emiten todas las toxinas del combustible.
Karen Guerrón, técnica de la Red de Monitoreo, agrega que el PM está compuesto por dos partes: el hollín y el polvo común.Si es grueso afecta a oídos, nariz y ojos, y si es fino, a las vías respiratorias.
Las mediciones de la calidad del aire se realizan en nueve estaciones fijas (Cotocollao, Carapungo, Belisario, Jipijapa, El Camal, Centro, Guamaní, Tumbaco y Los Chillos). El monitoreo se complementa con otras 43 estaciones manuales.
Díaz indica que los niveles de la contaminación del aire son aceptables, no sobrepasan la Norma Nacional de Calidad del Aire Ambiental (NCAA). Sin embargo, no se cumple con los niveles exigidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ejemplo, en las emisiones de Dióxido de Azufre (SO2), la OMS establece un nivel máximo de 20 microgramos por metro cúbico (ug/m3) y la NCAA, 125. Para Díaz, los niveles del OMS son guías, que no se los puede cumplir por la diversa topografía de la ciudad.
Quito cuenta desde hace 10 años con la Red de Monitoreo de la Calidad del Aire. Además, desde el 2003, los carros deben someterse a la revisión técnica. A pesar de ello, en las calles se observa el humo negro que sale de los escapes de los vehículos.
En la calle Necochea, en el sur, las paredes de las casas están tiznadas por el carbón de carros y buses. A la altura de la Roberto Posso, vive desde hace 20 años Isabel Tonato. Su casa de tres pisos perdió el color rosado de la fachada. En la vivienda residen tres familias, no abren ventanas o puertas para evitar que ingrese el humo. Ricargo Jaguaco trabaja en un taller de carpintería. El hollín de los carros manchó hasta el tumbado del local.
Las boquillas y lámparas están negras. “No podemos ni apegarnos a las paredes porque todo está cubierto de humo”. Ambos vecinos coinciden en que la contaminación se agudizó hace unos seis años, por el paso de los buses.
Díaz aclara que el problema no es el número de automotores, sino la mala calidad de los combustibles, “por esta razón no se puede pedir a los conductores menos contaminación”. En la revisión técnica no se puede exigir una opacidad de más del 50%.
Por ello, el empeño es mejorar la calidad de los combustibles. En el 2005 hubo una disminución del 50% de emisiones de SO2, cuando salió a la venta el diésel Premium en el Distrito.
Desde noviembre del 2011, este tipo de diésel se distribuye en todo el país. Eso ayudó a bajar un 12% más en los niveles de contaminación. La razón: 40 000 vehículos diarios de otras provincias ingresan a la ciudad y antes utilizaban diésel sucio.
Díaz resalta que gracias a decisiones del Municipio como la aplicación del pico y placa, los niveles de contaminación no se han incrementado, a pesar del crecimiento del parque automotor, durante el 2011, que fue del 11%. En abril pasado, el Gobierno mejoró el octanaje de las gasolinas extra, de 81 a 87 octanos, y la súper, de 90 a 92. A finales de año se evaluará si esto incidió en la reducción de la contaminación.
¿Cómo afecta a la salud? Investigadores de la OMS señalan que las partículas que surgen de la combustión del diésel pueden producir cáncer de pulmón y tumores en la vejiga. El médico Pablo Herrera agrega que en el mundo mueren, cada año, entre dos y cinco millones de personas a causa de la contaminación. En el país no hay cifras específicas sobre los casos registrados.
En su consulta recibe al día entre 8 y 10 pacientes con problemas oculares y respiratorios.
Jorge Jiménez, de 58 años, fue uno de ellos. Durante 15 años tuvo un restaurante en la av. Gran Colombia, por La Alameda, y presentó una intoxicación plúmbica (plomo). Sus ojos pasaban enrojecidos y lagrimeaban. Parte de su tratamiento era salir del sector.
Ahora tiene una fotocopiadora en la calle Oriente y Guayaquil. Su salud mejoró, pero debe tener cuidado de no exponerse a gases.
Herrera explica que la contaminación por combustibles afecta al aparato respiratorio y causa enfermedades cardiovasculares. Esto deriva en enfermedades como rinitis, asma, cáncer pulmonar y linfomas en el organismo.