Son las 23:30 del pasado jueves. Las mesas y los pasillos del Epicentro están ocupados. En la puerta, Luis Cañizares informa a quienes quieren entrar que no hay espacio. “No importa, podemos estar de pie. La cuestión es tomar unas bielas y escuchar buena música”, dice Raúl Mendieta mientras sostiene la mano de su novia, Karla Hurtado.
Cañizares los deja pasar y la pareja se coloca en una esquina del bar, ubicado en la intersección de la Reina Victoria y Calama, en el segundo piso.
Con su mano le indica al mesero que le traiga un combo de cerveza. Las mesas son de madera. Las sillas son de plástico, madera, pedazos de troncos de árbol y hasta las jabas de cerveza sirven como asientos.
La luz no es tenue y a pesar de que la mayoría de ellos viste de negro, la música que se escucha es rock latino y reggae. Pedro Calisto, permanece en la barra, es el DJ. Hasta él se acerca Karla y le pide una canción de Gondwana, un grupo de reggae chileno.
“Ponle Felicidad, ‘porfa’”, le decía con insistencia. Los rastafari (grupo de personas que gustan del reggae) sacuden sus largas y enredadas cabelleras al ritmo de la canción I wanna love you, de Bob Marley, uno de los cantautores más representativos de la cultura urbana rastafari.