Testimonio. Leonardo Escobar.
Parece que en la ciudad hay más carros que peatones. A todas horas las calles del centro están llenas de autos. Durante las horas pico se ve la presencia de la Policía, pero en muchos agentes se nota una falta de experiencia para dirigir y hacer fluir el tránsito.
Ese trabajo es más complicado en los cuellos de botella. Generalmente me movilizo entre la Biloxi y el Centro Histórico. El punto más conflictivo del trayecto es en la subida desde Los Dos Puentes. Ese sector es un cuello de botella para el tránsito.
Los trancones que se forman en las horas pico le cambian el genio a cualquiera. Cada día conduzco un promedio de cinco horas. Y cuando estoy atascado en una vía, parece que el humo de los carros se acumula y solo se respira aire contaminado. Parece que la medida de restricción del pico y placa ya no funciona.
En casa tengo un taller para la confección de accesorios para mascotas. Cuando me encuentro con las vías congestionadas se pierde tiempo y se demoran las entregas. Además, el consumo de combustible se incrementa.
En algunos sectores es difícil encontrar un lugar donde estacionarse. Cuando encuentro un espacio tengo recelo de dejar el auto solo por temor a los robos. La ciudad se ha vuelto insegura.
Incluso, los conductores estamos expuestos a un robo. Los ladrones aprovechan los semáforos para robar en los vehículos. Por eso, siempre estoy alerta cuando conduzco.