A las 00:20 del miércoles ultimo, la estación de transferencia Río Coca estaba vacía. Las ventanillas de recaudación estaban cerradas y en los andenes de salida no había personas esperando el bus.
A las 00:40 llegaron caminando desde El Inca dos jóvenes, quienes prefirieron no identificarse. En la puerta principal se encontraba Juan Pante, guardia de seguridad. “La última unidad, del circuito normal salió a las 23:00. La próxima llegará a la 01:00”, informó Pante.
Uno de los jóvenes intentó pagar su pasaje en una de las máquinas recaudadoras ubicadas en la entrada. Pante le informó que la tarifa es de USD 0,50 y se cancela en la unidad que los transporte.
“Cuando falten 10 minutos para que llegue la unidad, pueden ingresar al andén, mientras tanto deben esperar afuera”, les informó otro guardia de seguridad.
fakeFCKRemoveMientras esperaban el arribo del articulado de la ecovía, los jóvenes comentaron que todos los miércoles, luego de finalizar su jornada de trabajo, se trasladan a una cancha deportiva ubicada en El Inca para jugar fútbol. Apuestan USD 3. “Jugamos desde las 22:00, los tiempos son de 45 minutos”, comentó uno de ellos.
Por el intenso frío de la madrugada capitalina, uno de los siete guardias que trabajan de 18:00 a 06:00 en esa estación realizó una colecta entre sus compañeros para comprar pan y café.
El radio transmisor de Pante anunciaba que el articulado 01 llegaría en cinco minutos y los jóvenes ingresaron al andén.
A la 01:00, el chofer abrió la primera puerta y los dos usuarios ingresaron. Adentro viajaba un guardia de seguridad. Él acompaña al chofer, a la persona encargada de la recaudación y a los pasajeros durante todo el recorrido.
Con una chompa gruesa y guantes de lana azules, la recaudadora se acercó a los jóvenes para cobrarles el pasaje y preguntarles hasta dónde se dirigían. “Solo nos detenemos en determinadas paradas. ¿Hasta dónde van?”, preguntó la mujer de cabello largo.
Uno de ellos respondió: “Dele no más que nos vamos hasta Quitumbe”. La primera parada fue en el hospital Baca Ortiz. Ahí se subieron los esposos Martínez, con su pequeño hijo. Se sentaron cerca de la puerta y fueron durmiendo en el recorrido.
En la parada Manuela Cañizares (6 de Diciembre y Foch), se subieron dos jóvenes en estado de embriaguez. Ellos protestaron por la tarifa nocturna. “El pasaje solo cuesta 0,25”.
El guardia de seguridad les informó que esa es la tarifa nocturna, y que si no tenían el dinero debían salir de la unidad.
Uno de ellos metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacó un billete de USD 1 y canceló el pasaje de él y de su amigo.
Al llegar a la parada La Marín, los dos jóvenes se bajaron y empezaron a caminar con dirección a La Tola. Los esposos Martínez se quedaron en la parada Teatro México. Desde ahí, la unidad no se detuvo hasta Quitumbe, donde se bajaron los dos últimos pasajeros. En cada parada hay un guardia, quien explica a los usuarios sobre el servicio y da protección.
En total, siete pasajeros viajaron en el articulado que partió a la 01:00 desde la Río Coca hasta Quitumbe. En este último sitio no había personas esperando buses para ir al norte.
El servicio ampliado de la ecovía empezó a funcionar el 24 de noviembre, para las fiestas de la ciudad. “Hubo mucha afluencia, 921 personas utilizaron el servicio nocturno, entre el 4 y el 7 de diciembre”, informó Ramiro Narváez, gerente de la ecovía. La razón: los espectáculos artísticos durante la Feria Quitumbe.