En el patio trasero de la casa de Maritza Galarza, en San Juan, en la calle Tegucigalpa Oe833 y Nicaragua, hay piedras, palos y tierra.
El jueves, el muro de contención de una vivienda (ladera arriba) se derrumbó y los escombros se acumularon en la casa de Galarza. “Gracias a Dios no pasó a mayores. Dos niñas jugaban en el patio hasta que empezó a llover y entraron. Unos minutos después se sintió un temblor y el lugar estaba lleno de palos”, contó.
21 personas fueron evacuadas y la sugerencia de los socorristas fue que se instalaran en los domicilios de familiares y amigos. Silvia Guerra no tenía a dónde ir. Su preocupación era porque una parte del piso de la casa donde vive se quedó en el aire. “Una media lluvia y se va abajo”.
Leo Álava, promotor técnico de la Unidad de Seguridad de la Administración Zona Centro, informó que el derrumbe se produjo por filtraciones de una tubería dañada de aguas servidas.
Ayer empezó el apuntalamiento del talud, la limpieza de los escombros y la colocación de un plástico. El patio delantero de la casa ubicada sobre la ladera se desplomó. Fernando Jaramillo es uno de los 12 ocupantes. Cuando llegó de su trabajo se encontró con el muro caído y los bomberos no le dejaron entrar. La circulación vehicular está restringida.
La calle Tegucigalpa está cerrada desde la Bombonera, y la Nicaragua desde la Río de Janeiro. Para Carmen González, esa es una buena decisión. “Cada vez que pasa un bus, mi casa tiembla”.
Barrio La Libertad
Una casa comunal, en el sector de los Dos Puentes, será la vivienda temporal de 23 personas. El riesgo de colapso de la casa de dos plantas, en el barrio La Libertad, en la cual habitaban cinco familias, obligó a la evacuación.
Desde las 07:00 de ayer, José Bugñay y sus familiares bajaban y subían las 222 gradas que conducen hasta su casa, en el pasaje de Las Canteras. Muebles, enseres de cocina, ropa y electrodomésticos eran acomodados en un camión de la Policía Metropolitana.
El derrumbe de un talud obligó a la mudanza de 12 adultos y 11 niños. Junto a la casa de fachada azul, paredes de bloque y techo de zinc y Eternit, dos policías resguardaban los enseres que se amontonaban en la escalinata. Los cuartos estaban vacíos.
Hace 11 años, Bugñay compró esa casa construida en la ladera. Con el deslizamiento de tierra se desprendió la parte central del patio. Las habitaciones del lado oriental quedaron desconectadas del resto de la estructura.
Una inspección técnica realizada por la Unidad de Control Urbano del Municipio determinó que la inestabilidad del predio es por la falta de sistemas de recolección de aguas lluvias, las cuales se filtran al talud. También está en riesgo un baño y la parte posterior del patio, donde quedaron descubiertos los cimientos. El informe concluyó que el predio está en condiciones inhabitables.
El 14 de febrero se produjo un primer deslizamiento que afectó a las columnas que sostienen la construcción. La Administración Zonal Centro declaró la inhabitabilidad de la vivienda y pidió su desalojo. Bugñay aseguró que no se opone a la relocalización siempre que el lugar preste las condiciones adecuadas para vivir.
En el albergue provisional, los evacuados recibieron una dotación de alimentos para un mes. Dolores Guerra, del Ministerio de Inclusión Económica y Social, levanta un informe para conocer la situación socioeconómica de las familias evacuadas y definir el tipo de ayuda.
Los afectados permanecerán hasta tres meses en el albergue, que es de propiedad municipal, hasta que se defina un lugar para su ubicación definitiva.
Calle Whymper
En la calle Whymper, entre Coruña y Orellana, el invierno ha causado molestias a los vecinos y a los visitantes del sector. En la tarde del jueves pasado, tres carros tuvieron dificultades para salir, luego de estar estacionados sobre una zanja cubierta con tierra.
Soledad Núñez trabaja en un almacén de ropa juvenil y vio cómo una camioneta con carga no pudo salir del hueco. Cuando el dueño parqueó su vehículo no tuvo problemas, pero al regresar lo encontró hundido. Tardó una hora en sacarlo y debió esperar que un amigo llegara con otro carro para que remolcara su camioneta.
La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) inició hace aproximadamente un mes obras de renovación de tuberías de abastecimiento de agua. Se abrió una zanja en la calzada, en sentido norte-sur de la vía, y debido a la naturaleza del trabajo más las lluvias, se formaba lodo constantemente. Esta semana, la mayor parte de la zanja fue cerrada.
Isabel Iturralde, directora de Comunicación de la Epmaps, explicó que la tierra fue compactada adecuadamente, pero que las fuertes lluvias generan problemas como el que ocurrió el jueves, porque con el agua, la tierra se asienta más. Aún está pendiente la colocación de una válvula, que es la fase final del trabajo. Estaba previsto que se la instalara ayer.
La Epmaps coordinó con la Empresa Pública Metropolitana de Obras Públicas (Epmop) para que se encargue de realizar el asfaltado. Se espera que la obra esté terminada en el transcurso de la próxima semana.
La recomendación de la Epmaps es que, mientras no se haya pavimentado la vía y continúen las lluvias, es mejor no estacionarse en el lugar. Ayer, algunos conductores buscaron otras maneras de protegerse de los hundimientos.
Algunos colocaban tablas para no resbalar en el lodo al momento de salir. Otros parquearon sus autos evitando la zanja, pero irrespetando el carril de circulación vehicular. No faltó aquellos que prefirieron estacionarse en la acera.
Desde el pasado miércoles, los bomberos han acudido a ayudar a las personas en diferentes sectores de Quito por las emergencias causadas por el invierno.
Otros sectores afectados han sido el barrio Buenaventura de Chillogallo, la Libertad de San Roque y la parroquia Checa.