Viernes 22:00. Las veredas de la calle Rocafuerte, entre la Guayaquil y la García Moreno, estaban copadas de carros estacionados.
Julio Salvador y su hermana Marcia, desde hace cinco años, son los encargados de cuidar los vehículos en ese tramo. Ellos cobran USD 2, no fijan un tiempo.
Pablo de la Torre llegó con tres amigos en su auto blanco. Ellos iban a un bar en la tradicional calle de La Ronda. Lo parqueó sobre la acera. Él pidió que le cuidaran el carro, porque en ocasiones anteriores le han robado los tapacubos. “Lo dejo en la vereda porque no hay otro lugar”, se justificó.
Diez minutos más tarde Aníbal Gualoto también parqueó su carro en la vereda de la Rocafuerte.
Marcia Salvador lo guiaba para que no se roce contra los otros vehículos. Gualoto buscó durante 15 minutos un sitio en alguno de los parqueaderos públicos y privados de la zona. Debía retirar a su hermano y a un amigo. “No hay lugares para estacionarse, me tocó dejarlo en la vereda”.
A las 22:15, el parqueadero de La Ronda tenía solo 15 cupos, el lugar tiene una capacidad para 250 vehículos. Según el guardia de seguridad hasta la medianoche todo está lleno. Esta demanda es frecuente entre jueves y sábados. Cuando ya no hay espacio se cierran las puertas de ingreso.
En Quito hay 410 000 carros. Según el Plan Maestro de Movilidad para el Distrito Metropolitano 2009-2025, en el Hipercentro se registran unos 800 000 viajes en auto por día, lo que significa que alrededor de 35 000 carros demandan plazas de estacionamiento en las horas pico.
El Cabildo realizó un inventario de las plazas de parqueo en el Hipercentro. En total hay 21 311 plazas. De estas, 11 549 son manejadas por administradores privados y 9 762 por el Municipio.
La concejala María Sol Corral, miembro de la Comisión de Movilidad, indicó que en la ciudad aún hay un déficit de cerca de 12 000 sitios de parqueo.
Ese mismo día, a las 21: 40, el tránsito era intenso en la calle Venezuela. Desde la Galápagos había una fila de carros de más de siete cuadras. El tránsito vehicular avanzaba lentamente. Gonzalo Cadena circulaba a una velocidad de entre 10 y 20 km/h. Para llegar a Santo Domingo se demoró 15 minutos. “Con este tráfico no hay un sitio para parquear”.
Una hora más tarde, en la calle Guayaquil, detrás de La Ronda, la circulación se redujo a un solo carril, porque el segundo fue utilizado para estacionarse. Los conductores deben hacer maniobras para transitar y evitar golpear a los otros vehículos.
Para Corral, la ciudad debe contar con las suficientes plazas de parqueos, aunque se contradigan con las políticas para desincentivar el uso del automóvil.
En este sentido dijo que está proyectado construir más sitios de estacionamiento. Uno de ellos en las actuales instalaciones del Colegio Benalcázar, se prevé que tendrá una capacidad para 500 carros. Otro lugar es el parque La Carolina, en donde también se construirán dos paradas del metro. En ambas zonas los parqueaderos serán subterráneos.
El déficit de parqueaderos ha generado que se utilicen y comercialicen los espacios como las veredas, en especial cerca de sitios de distracción nocturna como bares y discotecas. También en los alrededores de estadios y coliseos cuando hay actos deportivos.
Un caso es el de la av. República, entre la Orellana y La Pradera. En ese tramo trabajan seis personas como cuidadores de carros. Con franelas rojas organizan a los conductores y detienen el tránsito para facilitar el parqueo.
Diego Reyes contó que labora en el sitio desde hace un año. Con sus compañeros se dividen la zona de poste a poste. El viernes pasado le acompañaba su esposa Lourdes Cabrera, quien se hizo cargo de la vereda de enfrente.
En una noche cuidan entre 10 y 15 carros. Para Reyes es un trabajo difícil, están desde las 20:00 hasta las 03:00. Se ubican en el sector solo los fines de semana.
Cristian Durán llegó con su novia a uno de los bares del sector. También dejó su carro en la vereda. “No hay otra opción porque no hay parqueaderos cerca”. La queja es que los cuidadores no tienen una tarifa fija. Durán dijo que paga entre USD 2 y 4. Similar reclamo hizo Lucía Cantos, quien dijo que el Municipio debe ser el ente regulador. “Son vías públicas, no pueden lucrar con ellas”.
Para la edil Corral este negocio informal ayuda, de cierta forma, a mantener el orden. En el Municipio no hay un plan de intervención sobre el tema. La Gerencia de Terminales y Estacionamientos y la Agencia Metropolitana de Control indicaron que no realizan controles a los cuidadores.
La Ordenanza
En febrero pasado, el Concejo Metropolitano aprobó la reforma a la Ordenanza 22 , en lo referente a la creación del sistema de estacionamientos de Quito para la regulación del precio, horarios y funcionamiento.
En el 2011, la recaudación de los parqueaderos administrados por la Municipalidad ascendió a USD 4 140 000.
Toda persona podrá hacer uso del sistema de estacionamientos del Distrito.
Se deberá pagar el precio fijado por la Empresa Pública de Estacionamientos, que es de USD 0,75 la hora o fracción.
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