‘Quito, ciudad hidalga, ciudad eterna, bella y gentil. Quito, cuna del arte”. Con esta frase inicia el pasacalle Quito eterno. Es un referente importante para Xavier Cevallos, director ejecutivo de la Fundación que lleva el mismo nombre y que cumple una década organizando recorridos teatralizados por museos, iglesias, conventos y plazas del Centro Histórico.
Cuando escogía el nombre del grupo desconocía de la existencia de esa canción. Lo eligió por la añoranza del Quito de antaño y por la búsqueda eterna de un Centro Histórico acogedor. El primer recorrido salió el 28 de septiembre del 2002. Con cuatro personajes: Manuela Sáenz, El chulla, El soplador y La Torera. Esta última es interpretada por Gabriela Arboleda, la única ‘sobreviviente’ de la primera generación de guías de Quito Eterno.
El pasado jueves, en una casa de la calle Flores y Junín (San Marcos), Lenín Robles, María Isabel Ruiz y Lucía Yánez alistaban los atuendos de los personajes que interpretan. Junto a ellos estaba Cevallos, quien durante seis años fue el director teatral . A propósito del aniversario de la Fundación, los recuerdos de la llegada de sus compañeros afloran.
“Al inicio, Lenín no tuvo personaje, pero durante un año ayudó con la indumentaria y los refrigerios. Su perseverancia hizo que se gane un puesto en el grupo”, cuenta Cevallos.
Lenín estudió Turismo y desde adolecente gustó del teatro. Desde hace cinco años personifica a El chulla. Isabel se caracteriza por su carácter fuerte. Ella reconoce que el mayor reto que enfrentó fue la actuación. Ahora interpreta a Manuela Sáenz y a la Negra Mala, en la obra ‘El santo que da marido’. En una palabra, Quito Eterno para ella es magia.
Lucía interpreta a la Princesa Quilago y a Manuela Espejo. Se considera idealista y se siente identificada con sus personajes. Los tres llevan ocho años haciendo tetro en la agrupación.
Mientras se maquillan, la risa de Carmen Ruiz (La panadera) se escucha desde la puerta y es contagiosa. Ella estudió Turismo y hacía prácticas en la iglesia de La Compañía. Cada vez que miraba pasar al grupo no perdía oportunidad para preguntar “¿Cuándo es la nueva convocatoria?”. Hasta que en el 2007 fue escogida.
Su atuendo tiene un cierto parecido al de Natalia Dávila (La chichera). Ella se graduó de arquitecta hace seis años, pero su pasión por la historia y el teatro la llevó a presentarse en el 2007, en una convocatoria que hizo la organización. Comenta que Quito Eterno le ayudó a crecer profesional y personalmente.
Con voz baja y luciendo un vestido negro está Lorena Oñate. Ella interpreta al Alma del purgatorio. Reconoce que su personaje está muy ligado a su experiencia de vida. “Me ayudó a superar la muerte de mi madre. Hacer teatro es mágico. Soy lo que no puedo ser”.
A las 09:00, todos lucen trajes de las épocas Colonial y Republicana. Salen y caminan por la calle Flores, cruzan por la plaza de Santo Domingo y llegan a La Ronda. Ahí, los turistas les piden que posen para las fotos y los transeúntes miran con atención sus trajes, vestidos y accesorios.
En ese momento, sus nombres auténticos pierden vigencia y por allí vuelve a caminar un chulla, que no pierde oportunidad de lanzar un piropo y saludar con un beso en la mano a las jovencitas que transitan por la calle.
Los recorridos
Rutas de Leyenda son visitas guiadas por personajes históricos. Cada ruta incluye la visita a tres sitios patrimoniales (iglesia, convento y museo).
Teatrando Quito muestra tres obras de teatro histórico (‘El santo que da marido’, ‘El baúl de los recuerdos’ y ‘El danzante’). Se realizan en el Centro Histórico.
Se dictan cursos de gestión histórico cultural, oralidad y difusión del patrimonio, guía lúdica y manejo de grupos.