Fue una reunión social durante una tarde y noche, en el norte de Quito. Cerca de la 01:00 y con tragos encima, decidí regresar a casa.
Conducía un automóvil Hyundai por la av. Velasco Ibarra, en sentido norte-sur.
Iba a unos 60 km/h cuando el auto se impactó contra una grúa que se había detenido en la vía, cerca de una curva. Recuerdo que la vía no estaba iluminada, que cerca del camión no había luces ni señales de advertencia. Cerré los ojos una fracción de segundo. No vi el carro y me choqué.
Los accidentes de tránsito como consecuencia del consumo de alcohol suman 1 836 casos en el 2011. Esta es la tercera causa de accidentes, luego de la impericia y el exceso de velocidad. El 40% (732) se registraron en Quito.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de verse involucrado en un accidente de tránsito aumenta considerablemente cuando la alcoholemia pasa de los 0,04 g/l.
La parte delantera del automóvil quedó completamente destruida. No perdí la conciencia, pero por un momento no supe qué pasó. El cinturón de seguridad evitó que me impacte contra el tablero y el parabrisas. Tenía pedazos del vidrio roto en las manos y en el rostro. Aún se notan las cicatrices en mis manos. Además, sufrí una lujación en el pie derecho. Talvez fue porque intenté reaccionar y pisar el freno.
Según un estudio de la OMS, un adecuado control de la alcoholemia, mediante la prueba del aliento en las vías, puede dar como resultado la disminución de los accidentes hasta en un 20%.
Estuve una semana en el Hospital del Seguro Social. Los cortes y las laceraciones sanaron con el tiempo. Mi pierna derecha volvió a la normalidad tras dos años de rehabilitación. Cuando ocurrió el accidente mi mujer estaba embarazada y yo solo pensaba en el hijo que casi no veo nacer.
La Ley de Tránsito establece sanciones a partir de una tasa mínima de 0,3 g/l. Es decir, menos de una botella de cerveza. En el caso de los conductores del transporte público la tolerancia es igual a 0,1 g/l.
Según la OMS, las leyes que prescriben un límite de alcoholemia de 0,5 g/l o inferior, logran reducir eficazmente el número de accidentes relacionados con el consumo de alcohol.
No estuve detenido pero tuve que afrontar un proceso judicial.
La refacción del vehículo, los tratamientos médicos y los gastos de movilización afectaron mi economía y la de mi familia, durante al menos un año. Uno no prevé este tipo de gastos.
Cuando volví a conducir no tenía la misma seguridad. Al principio se siente un poco de miedo.
Con el tiempo se vuelve a recuperar la autoconfianza.
El año pasado se registraron 6 764 personas detenidas en el país por conducir bajo los efectos del alcohol. De los 1 836 accidentes, 14 fueron ocasionados por la embriaguez del peatón.
El accidente me hizo tomar conciencia de los efectos y los riesgos de conducir un vehículo luego de ingerir licor. Desde aquel accidente, cuando sé que voy a beber licor prefiero dejar el carro en la casa.