En su cabeza tenía una corona elaborada con plumas. Eran amarillas, verdes y rojas. En su torso llevaba un chaleco rosado con un pantalón corto café y para caminar usa unas sandalias.
Adolfo Semblantes es el Yumbo Mayor de la Fiesta de la Quebrada del Chocho, que se celebra cada año en el populoso barrio de La Magdalena, en el sur de Quito.Él no es indígena, pero dice que es nativo de la zona de Chilibulo. “Mis ancestros fueron indígenas y vivieron durante años en esta parte de la ciudad”.
Su tarea en esta celebración es organizar y cuidar la danza que simboliza la cosecha y comercialización o intercambio del grano. Él, en la danza, quiere orden. Y a los 12 niños que por primera vez participaron en esta fiesta los miraba detenidamente.
Semblantes tenía un arco y una flecha. Cogió la flecha con su mano derecha y la acercó a uno de los niños que estaba descuidado de la danza y se la pasó por el rostro.
El niño se asustó, miró de frente al hombre de 75 años que lo observaba como reclamándole por qué se distrae. Enseguida, empezó a bailar y a gritar.
Mientras eso sucedía, en el centro del círculo que formaban los niños y los yumbos, el Ballet de Chilibulo interpretaba el baile de la Fiesta de la Quebrada de los Chochos. Este grupo de danzantes representa a las familias que vivían de ese grano.
La Quebrada de los Chochos fue un lugar donde las mujeres y hombres desaguaban chochos e intercambiaban granos andinos como el maíz, el fréjol, las habas, entre otros, y comida tradicional. Ese intercambio se realizaba entre pueblos, comunidades y parroquias de Quito.
Freddy Simbaña, investigador del Centro de Estudios Machangarilla, contó que la quebrada también servía como centro de acopio y de generación de agua para el riego. “En la memoria colectiva del sector se mantienen tradiciones y rituales alrededor de la quebrada”.
Según él, la tradición de desaguar los chochos se mantuvo hasta 1960. En esa época se inició el asentamiento de varias comunidades y barrios urbanos alrededor de la quebrada.
La Quebrada de los Chochos nacía en la montaña de Unguí. Esta, según Simbaña, fue territorio ancestral de la comuna Chilibulo-Macopamba-La Raya, en 1932. Empezaba en esa zona y cruzaba los sectores de Chilibulo, La Magdalena Alta, El Puente del Señor, San José y La Villa Flora hasta unirse al Machángara.
En 1970, esa gran quebrada fue rellenada para levantar las primeras redes viales del sur de Quito.
Junto a Semblantes estaba René Lugmaña. Él representa a una mujer indígena, que es la Cabecilla. Su misión es seleccionar quiénes van a bailar en la danza. Mueve sus pies con suavidad y al ritmo que toca una banda de pueblo baila mientras camina por entre los danzantes intentando escoger a los que participarán.
También lleva una corona con plumas de colores, pero más pequeña que la de Semblantes.
Una peluca negra simula que tiene una cabellera abultada y larga hasta más abajo de los hombros. Una camisa blanca, típica del pueblo indígena, es combinada con una falda larga azul y unas alpargatas.
Luego de que termina de recorrer por entre los danzantes, se acerca a los demás yumbos, que son los que vigilan el baile y definen las canciones.
Después de un corto diálogo, la Cabecilla pide que salgan a bailar y la banda empieza a tocar una canción ancestral.
El investigador Simbaña aseguró que con el programa se intenta recuperar la memoria histórica de este pueblo indígena, que por el asentamiento en su sector de gente de otras provincias y el crecimiento de la urbe, está desperdigado. “La gente de Chilibulo se llama así misma nativa, porque sus ancestros indígenas tradicionalmente vivían en ese sector”.
El propósito es que la fiesta de La Quebrada de los Chochos se convierta en patrimonio inmaterial. Los organizadores, por ahora, reúnen los requisitos para alcanzar esa designación.
La fiesta se realizó en el parque central de La Magdalena, porque allí se reunían los indígenas para comercializar o intercambiar el grano.