A las 07:45 del viernes último hay pocos pasajeros en la parada de El Pintado, en la av. Mariscal Sucre y Michelena, en el sur. El tránsito es fluido.
Desde la aplicación del pico y placa, los buses de la cooperativa Latina siguen llegando cada seis minutos. Eso lo sabe Luis Cifuentes, quien anota en un cuaderno el intervalo de tiempo entre un bus y otro. Hasta la av. De los Libertadores hay unas cinco paradas señalizadas, pero la mayoría de transportistas se detiene en cualquier esquina donde hay pasajeros. En el colegio Paulo VI, la Policía desvía al bus 875 hacia la calle 5 de Junio, dando prioridad a los vehículos particulares.
Hasta los dos puentes, el viaje duró 10 minutos. En la parada de la cooperativa San Carlos, Natalia Palacios dice que desde la aplicación del pico y placa se ahorra unos 20 minutos de viaje.
Su comentario contrasta con el de Jenny Racines. Para ella, la medida no le significó ningún beneficio. “El servicio no ha mejorado, los choferes y ayudantes son groseros. El viaje sigue igual de largo”. El bus de Racines llegó a las 08:15. En 28 minutos llega a San Roque y a las 09:08 a San Carlos. El viaje dura 01:23.