Los valores como la ética, responsabilidad, solidaridad y honestidad fueron los temas centrales en la final de los juegos tradicionales que reunió a 1 200 estudiantes del Ciclo Básico Acelerado de Quito (CBA) el fin de semana en el coliseo del colegio Benalcázar.
Tambores, silbatos, trompetas y gritos llenaron el lugar. Pancartas con dibujos, pompones de colores y banderas portaban los estudiantes en los graderíos. Los representantes de los 12 colegios municipales participaron en los juegos tradicionales.
Las barras gritaban sus nombres, saltaban y levantaban banderas para apoyar a sus compañeros que concursaron en los juegos del yoyo, trompo, diábolo y la gymkhana.
La primera competencia fue la gymkhana. Después de superar tres pruebas, en las que se utilizaron globos con agua y bloques en las cuales se puso a prueba la velocidad e iniciativa de los jóvenes, Cristian Ordoñez del colegio Eugenio Espejo se llevó el primer lugar. En la barra sus compañeros lo abrazaban y celebraban la victoria. Los profesores agrupaban a los estudiantes para fotografiarlos junto con el ganador.
La segunda actividad fue el juego del yoyo. Nerviosos y con la mirada fija en el juguete, cuatro jóvenes practicaban los lanzamientos antes de presentar los trucos para definir a un ganador.
Hacer caminar al yoyo, el columpio y la vuelta al mundo fueron las pruebas. Un organizador de los juegos se colocó un bolígrafo en la boca. Al tercer intento los finalistas tenían que quitar el bolígrafo con el yoyo. Los gritos y sonidos de las barras cesaron, los nervios se apoderaron de los concursantes y las barras. Al segundo intento se definió como ganador Paúl Pérez del colegio Municipal Cotocollao.
Después de un receso, dos tarimas de madera fueron colocadas en el centro del coliseo. La final del juego del trompo era la siguiente actividad.
Cuatro representantes enrrollaban la piola de algodón en el trompo de madera. Tres trucos tenían que superar para ganar el juego. Jefferson Espinoza del colegio Benalcázar realizó el último truco sin fallar. Levantó la pierna y soltó el trompo debajo de ella. Este no topó la tarima y regresó a la mano del talentoso joven.
La euforia de sus compañeros se desató en los graderíos. Entre saltos y con las manos levantadas regresó a su grupo para recibir las felicitaciones de ellos.
El último de los juegos era el diábolo, comúnmente conocido como ‘diablo de dos palos’ o ‘yoyo chino’. Es un juguete de malabaristas, cirqueros y payasos que consiste en hacer girar con una cuerda atada a dos palos dos semiesferas que están unidas por su parte convexa.
El juguete era lanzado por el aire. Entre la cuerda brincaba y regresaba. Mientras más alto era lanzado, mejor salía el truco. Pedro Lllagsha del colegio Julio Moreno Peñaherrera se llevó el trofeo ganador.
Rosana Tapia, de 15 años y estudiante del Colegio José Ricardo Chiriboga, reconoció que los juegos tradicionales son una oportunidad para compartir con otros jóvenes actividades sanas. “El programa estuvo bonito y entretenido. Nos mantiene ocupada la mente y el tiempo”.
Asimismo, Sofía Dávalos, del colegio Benalcázar, dijo que pese a la confrontación entre los estudiantes por la competencia, es una buena oportunidad para socializar. “Aquí conocimos a otros jóvenes y nos integramos con otros colegios que compartimos la misma educación”.
Al final, los cuatro ganadores volvieron a la tarima acompañados de aplausos y ovaciones y repitieron su repertorio.
El estruendo de los tambores acompañó la salida de los concursante ylas consiganas de las barras, se escuchaban hasta los patios del plantel anfitrión. Los abrazos se compartían entre profesores y alumnos.