Mientras los obreros independientes y los afines al Gobierno se alistaban para sus marchas, 40 artesanos de El Ejido se afanaban por vender tejidos de algodón, bisutería, cuadros naif e imitaciones del pintor Oswaldo Guayasamín.
Gladys Cachiguango trabaja desde hace 25 años junto a la av. Patria. Resumió lo que muchos comerciantes pensaban del 1 de Mayo: “Creo que venderemos bien, después de las marchas esperamos a los obreros para que adquieran nuestros objetos de Otavalo”.
Gladys Arellano, la hija, mostró sacos de alpaca con motivos indígenas (llamas y soles) y pantalones multicolores de algodón. Según Arellano, los sacos cuestan USD 16 y los pantalones, “que les encanta a los gringos, solo USD 5”.
Kléber Sanipatín, vecino de Cachiguango, ordenaba vistosos collares de plata que los elabora en Sangolquí.
Cerca pasaron las hermanas Evelyn, de 23 años, empleada de la cafetería del Hospital Baca Ortiz, y Jazmín Arias, de 19, trabajadora de una panadería en Los Chillos. Empujaban carros de plástico en los que sus pequeños, Allan y Jael, disfrutaban en el concurrido parque.
A las 10:30 partió, desde el IESS, la marcha independiente. A esa hora, Leonor López alquilaba bicicletas, “recién importadas de Taiwán; nuevas de dos y tres asientos”. Tenía un parque de 65 bicicletas que ofrecía a USD 2 la media hora.
La madre, Fanny Veintimilla, ha pasado 44 de sus 66 años en El Ejido, en el negocio de tiro al blanco con escopetas artesanales de puntiagudas motas.
“Ha sido mi casa; este día se parece a un sábado”. Los gritos del grupo Jóvenes por la patria despertaron a hombres y mujeres que dormían, cubiertos por periódicos. Francisco Puente, alumno de Ciencias Políticas de la Flacso, dijo que luchan por una patria equitativa.
Más al sur, en las avenidas Tarqui y 10 de Agosto, Jorge Rivera acomodaba dos caballos de cuero. Parecían sacados de un desván de juguetes olvidados para los niños, cuyos padres estaban dispuestos a pagar USD 2 por foto. “Uso una nueva Canon digital”, explicó Rivera. El padre, Guillermo, de 89 años, de elegante terno gris y sombrero negro, apuntó que trabajó 60 años de fotógrafo de parque. A las 11:00, la marcha avanzaba y la mayoría de locales, de ropa y comida, de la calle Guayaquil abrió sus puertas. Leonor Proaño, de la tienda Broadway, esperaba vender botas de mujer y zapatos de hombre. “Las ventas están bajas, hoy puede ser un gran día”.
Al lado, Caravana Fast Food (Guayaquil y Oriente) estaba lleno. En la Chile y Guayaquil, la Heladería San Agustín, fundada en 1858, recibía comensales. El Centro Comercial La Internacional (Chile y Guayaquil) estaba abierto. Lo mismo El Palacio de las Cobijas, a una cuadra de Santo Domingo.
El cine porno Hollywood no se quedó atrás y anunció ‘Gran placer’ a USD 2, en letras de papel brillante. “Ojalá vengan los obreros, es una chévere película”, dijo el sonriente portero.
A las 13:00, los obreros se retiraban por la Flores y a la altura de la Chile, decenas de vendedores convirtieron en un gran mercado a la calle sinuosa.
En contexto
La marcha independiente del Gobierno, como en otros años, partió desde el IESS, cerca de El Ejido. Siguió por la avenida 10 de Agosto hasta empatar con la calle Guayaquil, uno de los sectores más movidos del comercio de muchos productos en el centro de la capital.