Nunca más. Es la frase de la fundación constituida por los familiares de las víctimas del incendio en la discoteca Factory. Y con ese lema palpitando en mí, trabajé desde ese día y los subsiguientes.
Lo importante cuando te encuentras una noticia como la tragedia del 19 de abril del 2008 es el seguimiento y la investigación que se haga de esta cuando amanece.
fakeFCKRemoveEse sábado 19 de abril tuve turno de fin de semana, junto con mi compañera Belén Arteaga. A las 17:00 las páginas del día de la sección Quito estaban listas. Cuando me disponía a salir a mi casa en Miravalle entró una llamada de Bomberos, para informar que había un incendio a pocas cuadras del periódico. En coordinación con el editor general de turno (Byron Rodríguez) organizamos la cobertura.
Al salir a trabajar en este oficio, no se sabe qué se va a encontrar. A medida que me acercaba a Factory, escuché las sirenas de las ambulancias; los autos de la Policía llegaban precipitadamente. El panorama era desolador. La lluvia era tenue y en la calle estaban cientos de jóvenes roqueros. Bastaba ver sus ojos para saber que era una tragedia.
¿Cómo dejas de lado esas ganas de llorar para empezar a recabar información? La pasión por este oficio fue más fuerte. No era una cobertura normal. Fue difícil entrar y, más aún, entrevistar a los testigos.
Hablé con ellos, con policías y bomberos. Respecto del resto de detalles solo olí, miré y sentí.
Trabajamos en equipo. Belén fue a la morgue; el fotógrafo Julio Estrella trabajó conmigo en el sitio del incendio y el infógrafo Glauber Guerra levantó un gráfico para explicar lo que ocurrió. Siempre estuvimos en contacto con Dimitri Barreto, el editor de nuestra sección. Llegué a las 19:30 y la información estuvo lista a las 21:00, para la edición dominical.
Pero lo más importante fue descubrir qué pasó: las puertas de emergencia estuvieron cerradas y hubo modificaciones al sitio. Así detectamos negligencias de organizadores y autoridades, y buscamos que hechos como este no vuelvan a ocurrir.