Un toro enamorado de una doncella, una carrera desde la Venezuela hasta la Guayaquil, hasta la casa 1028. Desde la leyenda tradicional hasta la suspensión de la Feria Jesús del Gran Poder, la historia taurina de Quito se remonta al corazón del Centro, la Plaza Grande.
A partir de la época de la colonia, los toros eran parte de las fiestas populares de Quito y, con el pasar de los años, fueron cambiando de escenarios. Pero, ¿en verdad es esta una tradición que marca la historia de la capital, su gente y de sus rincones?
Juan Paz y Miño, cronista de Quito, refiere que los toros populares sí. La fiesta con toreros profesionales -dice- llegó después, hacia las primeras décadas del siglo XX, y se constituyó en una práctica de carácter más elitista.
La Plaza Grande, donde actualmente acuden adultos mayores y donde 15 lustrabotas han hecho su lugar de trabajo, fue uno de los primeros escenarios. Sin embargo, las cornadas quedaron lejos del contorno del monumento a la Independencia (1909). Paz y Miño explica que este escenario cambió su uso en la época republicana.
[[OBJECT]]
Las corridas aún están presentes en los capitalinos que visitan la plazoleta. Un fin de semana, la familia entera iba al lugar, recuerda Ignacio Egas, quiteño de 80 años. Así lo escuchó de sus padres y otros familiares.
Él no alcanzó a presenciar esas jornadas (del siglo XVI). Pero, sí las de las plazas de la calle Vargas, San Blas y la Belmonte. “Desde los 7 años, mi padre me llevaba a ver los toros”. Esto al tiempo que menciona a toreros como Félix Rodríguez, Cayetano Palomino, entre otros.
Con su voz fuerte y agitando las manos, Egas muestra su descontento por la suspensión de la Feria Jesús del Gran Poder. “Sin toros no hay fiestas de Quito”.
En la Plaza Mayor, en medio del caminar de los turistas -quienes escogen el Centro de entre los 2 692 atractivos turísticos del país-, María Escobar oferta dulces desde hace 55 años y, a los 80, dice que por el lugar ha visto pasar a varias generaciones de quiteños. Ella y la madre vivían en la calle Sucre y escuchaban el alboroto cuando había corridas en Quito.
A una cuadra al nororiente, en la Chile y Guayaquil , la leyenda de la Bella Aurora aún ronda en el edificio de siete pisos, donde estaba la casona de la historia.
En una esquina de la edificación, rodeada de confites, Gloria Nieto rememora los días cuando su madrina de bautizo la llevaba a pasar vacaciones en la tienda de la extinta casa 1028, donde la Bella Aurora murió embestida por el toro. Para Nieto, la suspensión de la feria no altera la tradición de la capital. Ella no considera que sea fundamental para Quito.
Ahora, en la construcción, hay cerca de 50 oficinas, copiadoras, restaurantes, un banco, una dependencia de la Empresa Eléctrica… Teresa Cadena ha visto la transformación del lugar. Ella tiene 84 años y 34 los ha pasado en el séptimo piso de la edificación. “Cada año, nuestro jefe pagaba los abonos para ir a la feria, pero eso se acabó”.
Otro de los escenarios taurinos tradicionales de Quito fue la Plaza del Teatro, sostiene Paz y Miño. En la actualidad, las faenas fueron reemplazadas transeúntes presurosos. Camino a la av. Gran Colombia, en lugar de seguidores de los toros hay figuras de trabajadoras sexuales o de personas consumiendo alcohol. En esa ruta está otro escenario emblemático: la Plaza Belmonte, en las calles José Antepara y Vicente León, en San Blas.
El sitio fue inaugurado en 1920. 92 años después, mantiene gran parte de su arquitectura original y al año realiza alrededor de 30 corridas.
En el lugar, Augusto Barreiro, mozo de espadas del matador Rodrigo Marín, cuenta que la primera plaza de toros en la ciudad se ubicó en El Ejido (la plaza de la ciudadela Larrea), después se construyó la plaza Guangacalle (actual av. Gran Colombia).
Sobre la calle Vargas se ubica otro escenario que acogió a las corridas: Arenas. La fachada conserva el aspecto de un coso; adentro se ofertan objetos usados. En 1960, las corridas se trasladaron a la Plaza de Iñaquito.
Para Paz y Miño, en el mundo contemporáneo, la tradición con la que muchos taurinos se sienten identificados, está perdiendo significación histórica.
Los taurinos buscan corridas
Una alternativa se abrió para los aficionados a los toros en Quito. Tras la suspensión de la Feria Jesús del Gran Poder, por parte de Citotusa, uno de los organizadores del evento, ayer la Comisión Taurina del Municipio acogió la petición de los representantes de la empresa Triana, quienes solicitaron permiso para montar tres corridas en los días festivos de la capital.
La realización de estas presentaciones dependerá de la inspección que se realiza esta tarde, a las 15:00, en la Plaza Belmonte, en el centro capitalino.
Hasta allí acudirán los representantes de la Comisión, de la Policía, bomberos, entre otras entidades inmiscuidas en el espectáculo. Si los informes son favorables -sobre todo los relacionados a la seguridad- los aficionados gozarán de una corrida el 1 de diciembre y dos más entre los días 4 y 6.
La del 1 de diciembre, que será la octava edición del Festival Virgen de Triana que se realiza en esa plaza año tras año, estaba prevista para el 23 de este mes. No obstante, para no dejar a la afición sin al menos una corrida se la trasladó para el primer día de diciembre.