El cuidado de los recursos naturales es una actividad cotidiana para Cecilia Chávez. La mujer de 36 años, nacida en Portoviejo, en la provincia de Manabí, creció en un ambiente en el cual el agua escaseaba con frecuencia.
Desde hace 13 años reside en Quito, en el sector San Enrique de Velasco, en el noroccidente.
En el conjunto habitacional donde vivía hace tres años, la planilla del agua oscilaba entre los USD 20 y los USD 30 al mes. En su casa actual, donde vive con su esposo sus dos hijos (de cinco y seis años) y su hermana, el consumo de agua mensual no supera los USD 0,10.
Ella ganó la gymkhana regional de Vida Sustentable, que promueve anualmente la empresa multinacional Pepsico, donde trabaja como asistente de producción desde hace 11 años. Este año se recogieron 3 500 historias sobre las mejores prácticas y experiencias sustentables de los trabajadores de Sudamérica.
Participaron iniciativas provenientes de Ecuador, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Venezuela.
“El proceso de recolección de agua lluvia para el uso en la casa es simple”, cuenta Chávez. En una canaleta se recoge el líquido, que luego es conducido por una manguera hasta una cisterna subterránea de 16 pies cúbicos, que está en el patio. Su esposo y ella adecuaron un espacio para instalar una bomba que lleva el agua hasta las instalaciones de la casa.
El agua que se recoge es utilizada para la limpieza de la casa y para lavar la ropa, aseo personal de toda la familia, para asear los sanitarios y para regar las plantas. Chávez utiliza el agua de la red pública solo para la preparación de los alimentos.
La inversión realizada en los equipos y accesorios para instalar el sistema de recolección del líquido no supera los USD 60.
“Los costos de lo que utilizamos para armar el sistema son bajos y me representa mucho ahorro mensual en las planillas”.
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Desde muy pequeña aprendió de sus padres y de sus tíos sobre el cuidado y el buen uso del líquido.
“Donde yo vivía en todas las casas había cisternas. Allá siempre faltaba el agua, por eso se tomaban esas medidas de almacenamiento”, recuerda.
Además, ella provee de agua a sus vecinos cuando hay cortes, que son frecuentes en el sector. “Ya saben que siempre tengo agua en la cisterna. Los vecinos del conjunto y de la escuela vienen con sus baldes y cubetas a llevarse el líquido vital”.
En varias ocasiones, personas de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Alcantarillado (Epmaps) han visitado la casa de Chávez para verificar el estado del medidor. “Piensan que nos robamos el agua. No se explican el bajo consumo en las planillas, si aquí vivimos cinco personas”, comenta entre risas.
Con el dinero del premio (USD 1 000), Chávez instalará el sistema de recolección de agua en el segundo piso que está en construcción. En su vivienda se mantiene la política del ahorro y el reciclaje. Todos los focos de la casa son ahorradores. Los desechos son separados y reciclados. Ella utiliza los desperdicios orgánicos como abono para las plantas.
Junto con su esposo aspira a presentar su iniciativa a las autoridades para que la replican en la ciudad. “Queremos dar a conocer que sí es posible ahorrar agua”. Para ella, solo se necesita el ingenio y la buena voluntad para conservar los recursos naturales.
Sobre la iniciativa
Parámetros de premiación. Se tomaron en cuenta el desempeño, sustentabilidad humana, ambiental y de talentos.
Campos de acción. Las iniciativas son aplicadas a sustentabilidad ambiental: agua, energía, agricultura y reciclaje.