Los juguetes incandescentes, lanzados al cielo con unas catas, sobresalían en la oscura noche quiteña que cobija la plaza de San Francisco. Con un recibimiento opaco, a las 19:20, llegó el presentador que dirigió el Pregón de Fiestas de Quito, quien mencionó que este año las fiestas serán con cero alcohol. El público no mostró ninguna reacción ante la noticia.
13 minutos después, en medio de una interpretación de la Sinfónica Nacional, el alcalde Augusto Barrera y la reina de Quito Silvana Di Mella junto a su corte de honor, arribaron a la plaza, entre algunos chiflidos de los asistentes.
“Bienvenidos vecinas y vecinos, iniciamos el Pregón. ¡Que viva Quito!”, decía Barrera, mientras que los asistentes estaban más interesados en calentar sus manos que en gritar por la capital.
Paco Godoy fue el primer artista en presentarse en la tarima que ya estaba instalada desde las 17:30. Durante la interpretación Mi Quito es un edén de maravillas, un funcionario de la tarima tomó de la mano a la Reina y la llevó hasta el Alcalde para que baile. En ese momento se disparó picadillo.
El presentador agradeció al Burgomaestre por los 450 eventos que se realizarán por la fundación de Quito y volvió a gritar “¡Viva Quito!”. Sin embargo, muy pocos asistentes acompañaron la exclamación.
En su última intervención, Godoy invitó a los asistentes a bailar. Solo los líderes barriales, que se encontraban dentro de un cerco de metal, lo hicieron y al finalizar la canción el maestro se retiró, pese al pedido del presentador de que intérprete otra canción.
“Parece que se está perdiendo la esencia de fiestas de Quito. Todo está apagado y ni los quiteños gritan por esta hermosa ciudad”, dijo Armando Rojas. A las 20:10, Consuelo Vargas subió al escenario. Dio un saludo al Alcalde, a la Reina y a la corte de honor. Ella también inducía al público a gritar un Viva Quito, pero el grito de los asistentes a penas se avanzaba a escuchar en el extremo norte de la plaza.
“Este Pregón esta muy apagado, yo vine el año anterior y la gente estaba más alegre”, señaló Flor Iza, una de las asistentes. El programa continuó mientras algunas vendedoras informales se camuflaban entre el público para evitar encontrarse con miembros de la Policía Metropolitana.
Las campanas de la iglesia de San Francisco anunciaban las 21:00, algunas personas mostraban cara de cansancio, mientras que los niños sonreían sin parar, jugando con los voladores.