Los 495 buses que circulan por los carriles convencionales de las avs. Napo y Maldonado aún no cambiarán de ruta, a pesar que desde hace siete meses empezó a funcionar el Corredor Sur Oriental, por donde transitan los nuevos articulados.
Las autoridades municipales y los representantes de las 11 empresas de transporte que brindan el servicio desde el centro y desde el norte hasta el sur de la ciudad aún no alcanzan acuerdos. Carlos Páez, secretario de Movilidad informó que se manejan tres propuestas para despejar los carriles convencionales: la reestructuración de las 35 rutas, que algunas unidades pasen al servicio de alimentadores y que otras salgan de circulación. No precisó cuántas.
Los transportistas están preocupados por la reducción de pasajeros que tienen desde que entraron en funcionamiento los 28 nuevos articulados, el pasado 10 de mayo. Según Joselito Rodríguez, gerente del Consorcio de Movilidad que agrupa a cinco operadoras, hay una disminución de hasta el 10%. Cada ruta transportaba 900 personas al día.
Temen que cuando el sistema opere con los 80 articulados, como está previsto, la baja de pasajeros sea más drástica.
Usuarios como Ángela Vásquez prefieren viajar en los articulados por seguridad y rapidez. Desde la parada Pujilí hasta la Universidad Politécnica Salesiana, donde estudia, tarda 38 minutos.
Los buses convencionales hacen hasta 50 minutos. Otra ventaja es que no tienen que sortear la congestión, porque van por el carril exclusivo del Corredor.
Rodríguez reconoce las falencias, una de ellas es la competencia entre los operadores, porque tienen similares recorridos.
Un ejemplo son las líneas Cutuglagua-San Roque (Cooperativa Transplaneta) y La Bomba de Guamaní-San Roque (empresa Juan Pablo II), el punto de partida se diferencia con cinco cuadras y llegan al mismo destino.
El trayecto lo hacen por las mismas calles y avenidas.
Esta competencia no es rentable para los transportistas, porque fuera de horas pico las unidades circulan con pocos pasajeros.
El viernes pasado, a las 10:00, el bus 613 de la cooperativa 6 de Diciembre transitaba por la av. Napo con cinco personas.
A los conductores particulares les causa molestias el exceso de buses en las calles.
Para Patricia Morán, quien vive por la av. Napo, el Municipio debe escoger entre los integrados y los convencionales, no permitir el paso de ambos tipos de buses, porque complican la circulación.
José Cazar, conductor de un Kia blanco, se queja porque a pesar de que los buses tienen GPS, recogen pasajeros en cualquier sitio y ocupan los carriles que quieren. “Son dueños de la calle”.
Páez explicó que los corredores no deben considerarse como una línea más de buses. Al contrario, son un sistema que reemplazará la “anarquía y desorden de las líneas convencionales”.
La propuesta municipal plantea incorporar a los operadores históricos en los corredores, pero en orden y con calidad como se lo hizo con los 54 buses tipo que operan en el corredor.
El contrato termina en octubre, pero hay la posibilidad de que se los renueve para que laboren como rutas alimentadoras, dijo Carlos Poveda, gerente de la Empresa Trolebús.
Fausto Santana, gerente de la cooperativa Juan Pablo II, indicó que están dispuestos a acatar las nuevas condiciones del Municipio, incluso ser parte de los integrados. Él representa a 87 socios y pide que se les garantice estabilidad a todos los transportistas. Se oponen a la idea de que algunas unidades queden fuera.
La alternativa que plantean los transportistas es que se amplíe la cobertura del transporte público a sectores donde no hay servicio, como zonas de El Beaterio. Aún no hay nada en concreto.