Para niños, jóvenes, estudiantes y decenas de personas que se dirigen a sus trabajos, el día se inicia con dificultades. En la parada del puente de ingreso al valle De los Chillos, en la Autopista General Rumiñahui, el tránsito y la espera por un bus para movilizarse son complicados.
Desde las 06:30, las unidades de transporte público vienen llenas desde el sector de San Rafael y los puentes de la Autopista (nueve en total), para quienes se dirigen a Quito (sector de el Playón de La Marín).
Esa realidad se repite a diario. Las personas esperan, en promedio, de 15 y 20 minutos. Pero esto no es su único problema, pues además soportan empujones. En su mayoría, los pasajeros viajan apretados y en algunas ocasiones en las puertas.
Jeaneth Manotoa vive en el sector de La Argelia. Ella comentó que la afluencia de personas es hasta las 08:30. La dificultad para coger un bus que la lleve hacia el valle no solo es su único problema, sino también la inseguridad en el sector.
“Las personas adultas van colgadas de las puertas de los buses y los niños también. Además de que van cargados sus mochilas, en ocasiones ni los recogen. Tienen que correr detrás de los buses”, cuenta Manotoa.
En este intercambiador confluye el tránsito del valle, sur y norte de la ciudad, lo que congestiona más el sector.
Pablo Campaña, estudiante secundario, contó que para ellos tomar un bus es más complejo. “Cuando la unidad se para, tenemos que correr para lograr que nos lleven. Y muchas veces nos toca ir colgados en las puertas. Todos los días corremos peligro, la gente se amontona y empuja para poder subir”.
Los problemas en esta parada, que se encuentra debajo del cruce de la avenida Simón Bolívar, también son de inseguridad y por la falta de obras. En el sector no hay control policial.
Víctor Viera viene todos los días hasta este punto. Él permanece allí hasta las 09:00. En su opinión, el sector es inseguro y además no tiene la infraestructura adecuada para que las personas esperen allí a los buses.
Los vendedores del sector explican que en horas de la tarde las personas que transitan debajo del puente son víctimas frecuentes de robos y arranches. “No hay iluminación y la acera es demasiado angosta, no hay a dónde correr”, asegura uno de los comerciantes de golosinas del lugar, que prefirió no dar su nombre.
“Una de las veredas es demasiado angosta. La afluencia de tantas personas las obliga a bajar a la calzada y los vehículos circulan a altas velocidades. Esto es demasiado peligroso. Hasta que ocurra un accidente terrible han de tomar medidas las autoridades”, manifiesta Viera.
Según los moradores y pasajeros, hace cuatro meses se iniciaron los trabajos en el intercambiador que viene de la av. Simón Bolívar hacia la Autopista General Rumiñahui. Allí se construyen unas camineras.
Sin embargo, la obra no concluye y el material de construcción que permanece ahí genera problemas a los transeúntes.
La incomodidad, los empujones y la inseguridad la viven a diario quienes deben salir a la Autopista General Rumiñahui para esperar un bus. La falta de infraestructura en las paradas también es causa del desorden.
Las cifras claves
418 buses brindan servicio desde La Marín y el sector del Girón hasta el valle de Los Chillos. Son 13 operadoras las que laboran en esta frecuencia.
30 000 personas viajan diariamente desde Los Chillos hasta Quito, por cuestiones de trabajo y estudio, principalmente.