Quito y su historia| El 15 de febrero de 1812, el Congreso de Diputados aprobó el ‘Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las Provincias que forman el Estado de Quito’, la primera Constitución en la historia del Ecuador.
Este hecho fue el punto culminante al que arribó la Revolución de Quito, que el 10 de Agosto de 1809 instaló una Junta Soberana de Gobierno, tras desconocer la autoridad del Presidente de la Audiencia, Conde Ruiz de Castilla, e iniciar, con ello, el largo proceso de la independencia del país, que solo se alcanzó con la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822.
La Constitución, que creó el Estado libre de Quito, proclamó la soberanía del pueblo, la representación de sus diputados, el gobierno autónomo y estableció un régimen republicano con Ejecutivo, Legislativo, poder Judicial y Falange o milicia.
Incluso, su “fidelismo” al rey, señalado en uno de los artículos, condicionó la subordinación del monarca a la Constitución aprobada, que esté libre de vínculos con Napoleón (el invasor de España) y que viniera a gobernar “entre nosotros”. Es decir, quedó como simple declaración, en la práctica inefectiva.
La Constitución Quiteña, por tanto, reflejó la independencia definitiva que asumían las ocho provincias libres, con la esperanza de que se unieran “las demás provincias vinculadas políticamente a este cuerpo”, es decir, al Estado libre de Quito, “luego que hayan recobrado la libertad civil de que se hallan privadas al presente por la opresión”.
Y en garantizar esa independencia se empeñó Carlos Montúfar, quien se puso al frente de la falange defensora de Quito, que tuvo éxitos al norte, sobre Pasto y que, por el sur, llegó cerca de Cuenca. Sin embargo, resultó más fuerte la arremetida de las tropas realistas llegadas desde Lima, a las que se sumaron contingentes de Guayaquil y Cuenca, que acabaron con la resistencia quiteña y en diciembre de 2012 entraron a la abandonada ciudad. Así terminó la Revolución Quiteña, una de las pioneras en América Latina.
La Constitución Quiteña también formó parte del incipiente proceso constitucionalista que nacía en América Latina, acompañando a la lucha por la independencia frente al coloniaje español. Le antecedieron las Constituciones de Haití del 8 de julio de 1801 y del 20 de mayo de 1805; así como las de Venezuela y Tunja (Nueva Granada), el 21 y 23 de diciembre de 1811.
Como el proceso independentista y el constitucionalista fueron el punto de partida para la configuración de los Estados nacionales, países latinoamericanos han conmemorado, durante los últimos cuatro años, el Bicentenario de sus gestas emancipadoras. Y Ecuador conmemora, este 15 de febrero, el Bicentenario de la Constitución Quiteña.
La conmemoración debía tener una significación nacional, al mismo tiempo que latinoamericana. La Quiteña fue anterior a la famosa Constitución de Cádiz, del 19 de marzo de 1812, que ha movilizado a España en su bicentenario. Pero celebrar a la Constitución Quiteña, por lo menos localmente, ha recogido el sentido histórico de la Revolución de Quito, que inauguró la lucha anticolonial del Ecuador. Un ejemplo que no solo vale recordar, sino valorar a la distancia de los 200 años.