Un belén de 306 años resplandece

El belén elaborado por las monjas.  La balsa y el pan de oro resaltan.

El belén elaborado por las monjas. La balsa y el pan de oro resaltan.

Los pedazos de balsa tachonados en la pared dan la forma de un monte. En la cúspide hay un castillo. Por las grietas del cerro, donde los trozos de madera fueron pegados a propósito de manera irregular, suben animales y personas.

La balsa está pintada de verde para hacer más real la representación del Monte Carmelo. El edificio, bien cuidado en su arquitectura a escala, simula al Palacio de la Estrella de Mar.

Con la recreación de ese ambiente empieza el pesebre elaborado por las monjas del convento del Carmen Bajo, que por primera vez está abierto al público. Solo ellas lo pudieron ver durante 306 años. El nacimiento ocupa todo un cuarto y es la representación de los misterios gozosos y también de la historia de la Virgen del Carmen, adaptados al nacimiento de Jesús.

En la composición, el Palacio de la Estrella de Mar y el Monte Carmelo eran inevitables. Allí sucedió el milagro de la Virgen, la patrona de los navegantes. Mónica Alcívar no salía del asombro. Tiene 57 años y comentaba que no había visto un belén tan cuidado al detalle. “Es un trabajo minucioso, muy minucioso”.

El resplandor del amarillo domina la sala. El belén también está decorado con pan de oro. Ese material lo recogieron las monjas hace años, cuando por un temblor se vino abajo el altar de la iglesia. Hay una escena que representa la presentación del Niño Jesús a la Iglesia. Un José y una María con narices respingadas llevan al niño en brazos y atraviesan una puerta enmarcada en pan de oro. Los trajes están bien pintados y delineados, la capa roja de José se muestra bien definida frente a la larga bata blanca.

La guía de la Policía Metropolitana, Lorena Albán, explica que el pesebre lo armaron ‘las monjitas’ en su tiempo libre. “Las religiosas le dieron un toque especial, para que tenga carácter universal”. Se refiere a la incorporación de figuras como una que tiene el concepto del Equeco boliviano, pero con variaciones. Es un campesino, que a lomo de caballo va llevando muestras de todo lo que produce la tierra, ropa, plata…

Al pie del inmenso pesebre hay gradas de madera, pulcras. Allí se colocaron figuras en cerámica. Según Albán, son las que traían los familiares de las religiosas desde otros países como agradecimiento a la congregación por recibir a sus hijas.

En el cuarto de piso de madera bien lacada y paredes gruesas y blancas donde se exhibe el nacimiento se muestra solo una de las riquezas que atesora el convento. Hasta inicios del próximo año, las personas podrán recorrer los diversos ambientes donde 13 religiosas hilvanan sus días.

En el coro bajo hay una colección de óleos atribuidos a la Escuela Quiteña. En un cuadro grande está pintado el árbol genealógico de la congregación carmelita, sobre la copa se asienta la imagen de la Virgen, que mira con ternura hacia el horizonte. En la pared del frente, blanca y bien cuidada, la Virgen Dolorosa con siete dagas en su corazón; más allá, la Virgen María hilando.

El coro alto es más iluminado y más espacioso. Allí, el principal atractivo es un Niño tallado en cera, que permanece dentro de una urna. Laura Gómez, entre sorprendida y dudosa, preguntaba ¿por qué no se derrite con el sol? La guía, con voz sutil, respondía que en el sitio donde está no le alcanzan los rayos solares.

En la planta baja del convento hay otro belén elaborado con papel maché. Es otra obra de arte de las monjas. Los pliegues del vestido de María parecen estar bien planchados. En el compartimiento continuo está el cementerio de las religiosas. Corre una brisa fría.

Las visitas

El convento del Carmen  Bajo está ubicado en las calles Venezuela y Olmedo, en el Centro Histórico. La exposición está abierta hasta el 6 de enero. En unas 500 pieza se representa el nacimiento del Niño Jesús.

Para ingresar,  cada persona debe entregar un aporte de USD 2. El horario de atención es de 09:00 a 12:00 y de 14:00 a 17:00, de martes a domingo.

Para obtener más  información sobre las visitas se puede comunicar con la empresa Quito Turismo, al teléfono 299 3300 extensiones 1018 y 1010. Esta entidad organiza la exhibición.

Para el recorrido hay  guías de la Policía Metropolitana.

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