Una al lado de otra se encendían las velas al filo del parterre de la av. Simón Bolívar. Un grupo de alumnos del Colegio Jorge Mantilla las colocaba junto al lugar donde quedó el cuerpo de Arturo Chicaiza.
El estudiante de 12 años fue atropellado a las 06:50 de ayer, mientras ayudaba a cruzar la vía a sus compañeros, con un rótulo con la palabra Pare en un lado, y Cruce, en el otro. Él era parte de la brigada de seguridad vial de ese establecimiento educativo.
Mientras encendían las velas, sus compañeros de octavo ‘D’ no salían de la conmoción. Recordaban que Arturo era el más alegre del curso. Unos cartones, huellas de sangre, indicaban el lugar donde falleció el menor, que lucía el chaleco de la brigada. En toda la ciudad se formaron grupos similares en 310 establecimientos, para facilitar el ingreso y salida de los alumnos.
Dayana vio el accidente. Una camioneta se impactó contra un camión que repartía leche. Por el choque, el camión se subió al parterre, donde permanecía Arturo. “Lo golpeó y él aún se movía, pero en pocos segundos lo pasó por encima”. A esa hora, junto a los brigadistas, tres policías ayudaban a coordinar el tránsito.
Ellos detuvieron a los dos choferes causantes del accidente, quienes fueron trasladados a los juzgados de Tránsito, para la audiencia de flagrancia. Hasta el cierre de esta edición aún no se instalaba.
Arturo soñaba con ser detective y esperaba que se concretara una beca para ir a estudiar a Alemania. Según su padre, Luis Chicaiza, la Fundación Children Internacional ayudaba en el trámite. Alejandro, su compañero y quien revisaba las tareas de la fila donde se sentaba Arturo, aseguraba que era muy cumplido con sus tareas. Lo decía en el patio del colegio, mientras bordeaba con su mano la pulsera que, al iniciar el año, le había regalado.
Arturo era un buen alumno, el más entusiasta y el que se apuntaba en cualquier actividad. Él se ofreció para ser parte de la brigada vial y a las 06:30 se lo veía llegar al colegio desde la Lucha de los Pobres. “Es un héroe”, decía Alejandro y el resto de compañeros repetían la frase en coro.
Jostin era el mejor amigo de Arturo. “Era alegre, pero las pesadillas de que su madre tenía un muñeco con su foto y que le clavaba unos cuchillos no lo abandonaban”, recordaba.
El cuerpo del niño fue llevado en un carro de Medicina Legal a la morgue. Jimmy Calero, jefe de Tránsito de Quitumbe, comentaba que el accidente se produjo por exceso de velocidad.
“A Arturo, su madre lo dejó cuando tenía un mes de nacido y creció con sus abuelos”, contaba su padre, mientras espera noticias afuera de la morgue. Uno de los miembros de Medicina Legal salió, se descubrió el rostro y le pidió que pasara a reconocer el cuerpo. “Su cabeza está destrozada y su cuerpecito como partido por la mitad”, exclamaba Luis.
Sus palabras se quebraban, se apretaba la cabeza con sus manos y relataba que Arturo quería ser detective para seguir su ejemplo. En medio de la desolación contaba que pertenece al Grupo de Inteligencia de la Marina y ahora trabaja en el Grupo de Protección Presidencial.
En una sala de la morgue, el cuerpo quedó debajo de una funda plástica. En una hoja blanca se anunciaba que “murió por politraumatismos”.
Arturo jugaba fútbol en el Club Deportivo Gran Bretaña. En la Lucha de los Pobres, lo conocían porque saludaba con todos los vecinos y era muy educado. Se lo veía siempre con Arturo Chicaiza y Graciela Coello, su abuelos. Vivía con ellos, era su compañero. “Ahora temo que mi madre se vaya detrás de mi hijo”, se lamentaba Luis, al contar que ella sufre de cáncer de mama y se dedica a hacer escobas. Arturo ayudaba en esa labor, luego de la jornada estudiantil.
Norma Arias, rectora (e) del colegio, informó que desde el 2009 están solicitando la construcción de un puente en las afueras del establecimiento. “La obra fue aprobada en febrero de este año, pero hasta ahora no se construye”.
Wladimir González, subsecretario de Movilidad del Municipio, llegó en la mañana de ayer al lugar del accidente. A esa hora, estudiantes, profesores y padres de familia protestaban en la av. Simón Bolívar. Quemaron llantas y bloquearon la vía con palos. El tránsito vehicular se suspendió hasta pasado el mediodía.
Los manifestantes pedían que se construyera el puente. El funcionario municipal se comprometió a implementar acciones inmediatas, entre ellas, la colocación de vallas de seguridad desde el plantel hasta los dos puentes peatonales que hay a 400 metros del colegio, señalización e incrementar vigilancia de policías metropolitanos.
La muerte de Arturo movilizó a la comunidad educativa del colegio Jorge Mantilla. Armas indicaba que para los estudiantes de la tarde el riesgo aumenta y deben enfrentarse, en medio de la neblina, a los vehículos que circulan a altas velocidades por el Corredor Periférico.
Además, ofreció pedir un estudio para determinar la factibilidad de colocar un puente en el ingreso a la institución.
En la tarde, el cuerpo de Arturo fue llevado al barrio donde vivía, Lucha de los Pobres. La capilla ardiente se levantó en la casa barrial de la iglesia de El Cisne. Las velas sobre el parterre de la Simón Bolívar se consumieron. Cayó una ligera lluvia y los cartones se desintegraron. Las huellas de sangre se limpiaron, pero el dolor persistía entre los estudiantes.
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