En las vacaciones los jóvenes hacen una pausa y buscan en qué ocuparse en su tiempo libre. En la ciudad se abre un abanico de opciones para que ellos se unan a actividades en las cuales no pueden involucrarse en la época de clases, por falta de tiempo.
En los talleres temporales hay expertos que ayudan a los jóvenes a pulir sus destrezas.
El hip – hop es la pasión
Las clases de danza contemporánea terminan un poco antes de las 12:00, en la sala Mariana de Jesús de la Casa de la Cultura. A esa hora llegan jóvenes con otra ‘pinta’: visten camisetas largas y pantalones anchos .
Es la hora de la clase de break dance. El instructor aún no llega y los jóvenes ya están en la pista calentando. Ejercitan los músculos como si una clase de gimnasia olímpica fuese a empezar. Pero no, van a bailar.
De repente, llega Equis. Así le conocen en el escenario al instructor. En su espalda carga una mochila que deja caer y de ella saca unos discos. Escoge uno, lo pone dentro de un reproductor y presiona play. El hip–hop suena en la sala.
Antes de empezar su clase, se pone la ropa adecuada: un bivirí azul y encima una camiseta de manga larga lila ceñida al cuerpo. Saluda, se para frente a los alumnos y los organiza en filas.
Empieza con movimientos lentos para estirar los músculos. Luego, de 40 minutos solo de ejercicios. Una pausa, los jóvenes toman aire y empiezan a practicar los pasos de baile.
Equis practicó deportes extremos, bailó Capoeira y alguna vez hizo gimnasia olímpica. Pero un viaje a Colombia, en 1998, definió su afición y desde entonces la perfeccionó por sus recursos. “No hay escuela. Se aprende de lo que hacen otros más experimentados. Uno mismo perfecciona su estilo”, dice.
Cuenta que en seis años que dicta este taller vio de todo. Observó con asombro a quienes captaron los difíciles pasos y a quienes les costó mucha dedicación, disciplina y tiempo.
Al frente de todos, Equis hace una demostración. Baila y se lanza al suelo, se para de cabeza y agita sus piernas en el aire. “Ahora inténtenlo”, dice, y los rostros de los menos experimentados expresan una mezcla de miedo y preocupación. Se lanzan a la pista y el trabajo de Equis es ahora personalizado. A los aprendices les hace notar sus errores y el enseña la técnica correcta.
La clase termina luego de dos horas, los 30 alumnos se van a los baños a asearse. Toman agua y se relajan. Hasta la siguiente clase.
Los jóvenes y sus artes
En La Casa de las Juventudes hay mucho movimiento y ruido. Ubicada en pleno Centro Histórico, es el lugar de encuentro de cientos de jóvenes que día a día se dirigen a sus cursos permanentes o vacacionales.
A la entrada, en un patio cubierto, hay colchonetas en el piso y telas que cuelgan de una pesada estructura de hierro. Es el escenario para las clases de circo. Tania Sánchez y su esposo, el chileno Matías Belman, son los instructores.
A ella, el teatro y el circo le encontraron en una clase de Derecho. Cursaba esa carrera en el 2000 y tuvo que participar en una obra de teatro para aprobar una materia. “Me encantó ese arte y no pude desligarme de él”.
Decidió dejar el Derecho y dedicarse al teatro. Pasó por escuelas como el Cronopio. Hasta que un día conoció a Belman y se propusieron un objetivo: llegar a la Escuela de Circo, en Brasil. Para llegar allá había que pasar por Santiago de Chile, visitando a la familia de Belman. Pero se quedaron reclutados en las clases de Circo del Mundo.
Poco a poco, afinaron su estilo hasta convertirse en maestros. En el 2008, la quiteña llegó a Ecuador de vacaciones y encontró un campo en el que podía desarrollar su arte y difundirlo.
Desde ese año, dicta la clase de circo a jóvenes y se emociona al contar que su alumno emblema es Josué Toapanta, de 17 años. Él llego hace un año a su clase con pocas destrezas. “Ahora ya hace hasta mortales”, cuenta y ríe.
En esta casa, la actividad es constante y sin tregua. Al subir unas gradas, se escucha el sonido que sale de las cuerdas, que se mezcla con la música que pone el ritmo en las clases de danza.
Luego de caminar unos pasos se escucha música electrónica. En una sala pequeña, Charly Sánchez y Carlos Solís, enseñan los movimientos.
Hay un espejo que cubre toda la pared que está al frente de la puerta de ingreso. Allí, los bailarines miran sus movimientos.
Testimonios
Tania Sánchez
Profesa de Circo
‘Los jóvenes deben ejercitar su cuerpo’
Lo importante es que los jóvenes se conecten con su cuerpo y desarrollen destrezas. En esta época en que no se hace mucho deporte, trato de que los muchachos entiendan que es importante recuperar el estado físico del cuerpo. Eso les ayuda a generar tranquilidad mental y corporal. Lo importante es que aprendan sobre la constancia y la disciplina.
Shakaim González
Bailarín de break dance
‘Le dedico una horaal día al break dance ’
Yo no hago otro tipo de ejercicio físico. Solo practico este baile, desde mis 16 años, ahora tengo 19. Quienes se vayan a dedicarse a esto deben tener disciplina y comprometerse en su preparación física y mental.
Me encanta el hip-hop y el rap. Si hay que levantar pesas para tener más fuerza, lo hago. Todo lo que hago gira alrededor de esto. Es mi pasión.