Por las avenidas angostas de San Marcos todavía hay huellas casi intactas de su riqueza arquitectónica colonial y republicana de este barrio que se levantó en el extremo oriental, en el Quito del año 1580, según la historia.
Se fundó con la dirección del Fray Luis López de Solís. En el siglo XVII, las madres Catalinas establecieron su monasterio, donde actualmente funciona una unidad educativa. Allí el movimiento cotidiano está en la calle Junín, que es el eje del lugar.
El visitante puede encontrar el Museo de la Arquitectura y un templo que alberga cráneos. Hay un taller cerca de la calle Montúfar, donde se puede ver pinturas y servirse un café.