‘Por favor, está prohibido jugar con espuma de carnaval”, se escuchó en el altavoz de un patrullero de la Policía Nacional. La camioneta abrió el camino para que las comparsas pudieran hacer su presentación, en Amaguaña.
Esta fiesta cumple 51 años y fue creada por la iniciativa del señor Delfín Sosa, nativo del lugar.
La Banda Municipal fue la primera en presentarse. Sanjuanitos y albazos animaron a quienes salieron a disfrutar del desfile. Los presentes zapateaban y movían sus pañuelos al viento.
Luis Huilca es el director de la banda conformada por 30 personas. Para él, el transcurso de dos kilómetros fue entretenido y divertido. “La gente se contagió de nuestra música y aplaudieron cada presentación”, dijo Huilca.
Después de la música de la banda, Yadira Obando y 21 bastoneras más del Colegio Técnico de Amaguaña hicieron su presentación. Con el bastón en la mano y sus uniformes blancos con azul, se ganaron los aplausos de los que estaban a los costados de la vía.
El desfile contó con el apoyo de la Alcaldía Metropolitana y de la Junta Parroquial. Por ello, ocho de los 12 carros alegóricos que participaron fueron del Municipio.
Los cuatro restantes salieron de la iniciativa de los habitantes de la parroquia. Mientras duró el acto, la Policía insistió en no usar espuma de carnaval.
“Es un pedido de los danzantes”, dijo el uniformado Fabián Troya. La explicación que les dieron fue que los trajes que se usaron para el desfile se podían dañar. Sin embargo, los presentes no respetaron el pedido policial y continuaron con la diversión.
Más de 30 grupos desfilaron en Amaguaña. Hubo bandas, colegios, escuelas de fútbol, invitados internacionales; como los grupos Illapu de Chile, el Carnaval de Oruro de Bolivia y el grupo Carnaval de Barranquilla.
La Cruz Roja se hizo presente en el trayecto del desfile. Montaron una ambulancia de primeros auxilios. Además, el Municipio colocó carpas y regaló agua a los danzantes y visitantes del lugar.
En una calle paralela, Javier Morocho no resistió las ganas de romper un huevo en la cabeza de uno de sus amigos. Él no era el único que utilizaba otro instrumento, que no fuera la espuma, para jugar carnaval. La tinta y harina tenían su propio espacio por fuera del escenario del desfile, en otras calles.
“No dejan mojarse, usar la espuma o manchar la cara con tinta. Aquí, entre amigos, lo hacemos y tenemos respeto por quienes no conocemos”, dijo Morocho.
Al final del desfile, las personas se dirigieron al estadio de la parroquia. Ahí se realizó un concierto de rock y, además, se degustaron comidas típicas.