Al vaivén de la alegría y el dolor en la maternidad

En el área de Emergencia.  A     las 20:00 del pasado miércoles,   Amparo Logacho llegó con contracciones. En esta área atienden tres médicos  en cada turno.

En el área de Emergencia. A las 20:00 del pasado miércoles, Amparo Logacho llegó con contracciones. En esta área atienden tres médicos en cada turno.

Desde hace tres meses, los fríos pasillos y salas de la Maternidad Isidro Ayora son la casa de Tania García. Ella, de 40 años, dio a luz a su quinto hijo, Juanito, en enero.

El parto fue prematuro, a las 29 semanas, por problemas de preeclampsia (presión arterial alta). Desde que nació, Juanito está en una termocuna, en la Unidad de Cuidados Intensivos. Su madre aún no recibe el alta. “Si el niño no sale, la mamá tampoco”, explica la enfermera, Yolanda Escobar.

[[OBJECT]]García lo visita cada tres horas, desde las 06:00 hasta la medianoche. En las dos últimas semanas, el niño, ya toma el seno. “A veces lloro porque no veo a mis otros hijos, es la primera vez que nos separamos por tanto tiempo”. Su esposo está cargo de sus hijos de 12, 13, 14 y 19 años.

En la casona antigua de tejas y ventanales con marcos de madera, ubicada en la av. Gran Colombia y Sodiro, nace un promedio de 30 niños al día. En sus tres plantas, la maternidad acoge a madres de diferentes provincias del país.

En el segundo piso, la mamá más conocida es Lucy Quizhpe, de 38 años, oriunda de Ambato. El pasado 4 de abril dio a luz a cuatro niños. Fue su primer parto. Junto con su esposo, Kléber Maisanche, intentaron tener un hijo durante 12 años. Pero tras un tratamiento de inseminación artificial quedó embarazada. A los dos meses se enteró que tendría cuatrillizos. “Fue una emoción grande, buscábamos uno y Dios nos bendijo con cuatro”.

Al segundo día del parto murió uno de los bebés. Llora cuando lo recuerda, se llamaba Anderson.

Quizhpe fue hospitalizada en enero pasado, no podía caminar ni para ir al baño. Ahora está consciente de que deberá permanecer por lo menos dos meses más, porque los bebés están en la termocuna. Su esposo la visita los fines de semana. Él no puede ver a Amy, Angy y Francesco.

El movimiento en la casa de salud empieza desde las 07:00, en las áreas de Consulta Externa y de Laboratorios. En esta última se atiende a 80 pacientes al día. Paola Tipán, de 18 años, está de 36 semanas de su primer hijo.

Ella debe realizarse periódicamente exámenes de sangre porque tiene exceso de peso, 72 kilos, y diabetes estacional.

El médico Gastón Zambrano sabe que es una patología común en mujeres con sobrepeso. Otro caso es el de Isabel Flores, de 27 años, quien está embarazada de 37 semanas. Es la primera vez que se altera su glucosa.

En la tarde, de 14:00 a 15:00, el segundo y tercer pisos se llenan de visitas en las dos salas generales. En cada una hay 50 camas. Las flores, jarras de aguas aromáticas y pañales copan los veladores. Patricia Mora fotografiaba, el martes, con su celular a su nieto.

En el día y en la noche, en la planta baja, en el área de Emergencia, hay mujeres que llegan con sangrados, rupturas de membranas y hasta con los bebés afuera. Amparo Logacho vino con contracciones, el pasado miércoles, a las 20:00. No podía pararse, cerraba los ojos del dolor, se cogía el vientre bajo y respiraba profundo. A Emergencia no pueden ingresar los familiares.

La enfermera le indicó al esposo que se retirara y regresara al siguiente día, a las 08:00, y preguntara en información. Logacho subió a la sala de partos.

En el mismo pasillo estaba Doris Chanoluisa, de 22 años, quien tenía dolores desde el martes pasado. Eran las 20:30 del miércoles y el médico le indicaba que aún faltaba más dilatación en su útero. Regresó a su casa, a las 23:00 ingresó nuevamente con más dolores, pero aún debía esperar. Era su segundo embarazo.

Así pasan los días en la maternidad. Mujeres embarazadas que parecen desfallecer, madres con recién nacidos en brazos, llanto de bebés, olor a colonia... García ya se acostumbró a ese ambiente.

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