Los muebles del dormitorio de Rosa Chuque terminaron en una quebrada de más de 100 metros de profundidad.
fakeFCKRemoveLa cama, los veladores, el armario y la ropa rodaron por el barranco. Eso sucedió a las 21:00 del lunes pasado. Una parte de la ladera donde se asentaba la vivienda, en el Comité del Pueblo, en las calles Carlos Fortines y Baltasar Carrión, se desprendió.
Otras tres casas y dos cuartos pequeños también se desplomaron. Seis familias fueron evacuadas del lugar, durante la noche, con ayuda del Cuerpo de Bomberos, vecinos y familiares.
Chuque logró recuperar un poco de ropa, muebles y enseres de cocina. Todo estaba guardado en sacos de lona, que fueron arrinconados en la vía pública.
La Policía cercó el acceso a las zona del desastre. Lo que quedó de las casas afectadas está por caer a la quebrada.
Milton de la Cadena, de la Unidad de Riesgos del Municipio, informó que 25 personas fueron afectadas directamente por el deslave. Además, dijo que otras 50 deben ser evacuadas del lugar. La razón: hay riesgo de nuevos derrumbes. “El agua de los desagues de las casas se filtró y afectó al terreno. Esa fue la principal causa del desastre”.
Ayer, Chuque y su nuera Fanny Chicaiza, todavía asustadas, sacaban los muebles de la vivienda. “Todo fue rápido. Las paredes se empezaron a cuartear y salimos corriendo. Nos salvamos de milagro. Tuvimos que dormir en la casa de una vecina”.
La vivienda era de bloque y cemento y el techo, de zinc. La pared que separa el patio de su vivienda de la casa vecina es de láminas de zinc, cartones, tablas y colchones viejos.
Carmen Guamán también pasó la noche en la casa de una amiga del barrio. Su dormitorio cayó al abismo. Es madre de dos niñas, 3 años y de 5meses, y no sabe qué pasará con lo que quedó de su casa. Admitió que su vivienda era informal.
Mientras llevaba su cómoda café por la calle adoquinada, no pudo contener las lágrimas. “No sé qué voy a hacer, no tengo trabajo y ahora me quedé sin casa”.
La misma angustia tiene Luis Alberto Vega. Es padre de tres niños y tuvo que abandonar su casa. Pidió posada donde un vecino que es muy amigo.
De la Cadena llegó al lugar y reunió a los afectados en la calle. Allí les informó sobre el peligro de permanecer en ese lugar y sobre la habilitación de albergues. Uno está ubicado en la UPC del barrio, otro en La Bota y otros dos en Calderón y Carapungo.
Pero Chuque no irá a esos sitios por temor a perder su pedazo de terreno. Por eso se acomodará en la casa de unos familiares cercanos. No sabe por qué tiempo.
Olga Sarmiento, otra moradora del sector, afirmó que tampoco dejará su vivienda. “El Municipio se ha olvidado de hacer obras y permite los asentamientos informales”, reclamó.
Para De la Cadena todavía no se puede determinar si las viviendas son informales. “Haremos un estudio”.
“ Para hoy se tiene previsto realizar una reunión para definir la reubicación de las familias afectadas por el deslave”.
En Quito hay 410 barrios en asentamientos ilegales. 51 están sobre zonas ecológicas y otros 6 en zonas de riesgo. 353 pueden ser regularizados, según el estudio municipal.
En el mismo estudio se estima que 11 620 personas viven en zonas de riesgo. En abril, el Concejo Metropolitano analizó la creación de zonas especiales para vivienda. El propósito es la relocalización de familias que viven en zonas de riesgo, especialmente en las laderas.
Chuque aseguró que espera la ayuda del Municipio, porque no tiene dinero para trasladarse a otro lugar. “Esta casa la logré construir con el esfuerzo de toda una vida. No es justo”.