Se atribuye a Sebastián de Benalcázar la fundación española de Quito el 6 de diciembre de 1534. Siete años después de ese acontecimiento, Francisco de Orellana partió desde Guápulo junto con un grupo de indígenas a descubrir el río Amazonas. La capital de los ecuatorianos está repleta de historia, de anécdotas, de héroes conocidos y anónimos.
Fue la primera ciudad latinoamericana declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1978, debido a sus obras y templos monumentales que registran un pasado repleto de riqueza cultural. A Quito la han retratado los mejores pintores; es que casi todos los quiteños tienen algo de artistas, de músicos, de emprendedores.
De una ciudad apacible en la Colonia, se convirtió en libertaria. Los principales acontecimientos políticos han ocurrido en esta ciudad que siempre abre sus brazos a quienes la visitan y a quienes deciden quedarse. En las últimas décadas su crecimiento ha sido vertiginoso, lo cual ha generado un desorden que afecta su entorno y genera problemas de inseguridad y riesgos.
Quito tiene muchas avenidas saturadas por el intenso trajinar de automotores. Las autoridades decidieron aplicar la medida conocida como pico y placa, se han construido importantes terminales terrestres en la periferia y se ha avanzado en el desarrollo de los corredores exclusivos, pero todavía no es suficiente.
En otro ámbito, el actual aeropuerto está saturado y resulta incómodo y peligroso. Quito aguarda que el próximo año se inaugure la nueva terminal de Tababela.
El más reciente de los retos es que la ciudadanía se una junto a sus autoridades para combatir la inseguridad y la violencia, un propósito que no es político, que demanda unidad y liderazgo y es, sobre todo, prioritario.