Otro caso de violencia intrafamiliar se registró la madrugada de este sábado 18 de junio del 2016, en el sur de Quito. Camila Simbaña, de 27 años, estuvo a punto de perder la vida en manos de Luis C., un hombre con el que convive desde hace
siete años.
Juntos procrearon dos niños (de 7 y 4 años). Se salvó de morir “porque en ese momento no encontró el azadón”. Esa herramienta es utilizada para realizar trabajos agrícolas y está elaborada a base de madera y metal. Pero en lugar del azadón el hombre tomó un palo y una piedra. Con el palo le golpeó el cuerpo y la cara, mientras que con la piedra le rompió la cabeza.
“No sé cuántos puntos me cogieron”, afirmaba compungida la señora. De lo que sí se acuerda Simbaña es que el hombre la despertó a las 03:00, le tomó del cabello y la arrastró por toda la casa. En la calle la siguió golpeando “y hasta me quitó el pantalón”. Fue en ese momento, según relató la víctima, que una vecina habría pedido auxilio. “Yo me desperté en el hospital“.
Según su testimonio, la furia del hombre fue consecuencia de que “su primo le dijo que yo tenía relaciones con él y eso no es cierto”. En el momento del hecho resulta que la víctima dormía, mientras su conviviente y el primo bebían en la sala.
La mujer, totalmente adolorida y con sangre seca alrededor de los ojos, nariz y oreja izquierda, contó su historia en la Unidad Judicial de Flagrancia de Quito, a las 16:00, mientras esperaba su turno para realizarse los respectivos chequeos médicos. Al lugar llegó acompañada de su padre, su tía, su hermana y cuñado. La tía, quien evitó decir su nombre, estaba molesta. La hermana también. “Cómo es posible que un hombre la haga ese daño a su esposa”, se preguntó la mujer. Dejó de hablar para evitar llorar.
Según la joven madre, está es una más de las múltiples palizas que ha recibido durante estos siete años. Decidió hablar para que otras mujeres conozcan su historia y eviten toda clase de maltrato. “Ya no quiero que esté con nosotros. Quiero vivir sola con mis hijos”.