En la parada de bus El Triángulo en el cantón Rumiñahui se registra mayor movimiento desde las 17:00. Foto: EL COMERCIO
Las ventas de humitas, las empanadas de verde e incluso ropa son parte de la cotidianidad que se observa en tres paradas de buses localizadas en el cantón Rumiñahui: El Triángulo, el parque El Turismo y El Choclo.
A diario, en estos sitios se observa un gran movimiento de pobladores, comerciantes y buses. Esto se intensifica en horas pico de la tarde.
Ayer, 5 de mayo, alrededor de las 17:30, Luis Quisaguano, quien vive en San Carlos, en la parroquia de Alangasí, esperaba una unidad de transporte en la parada de El Triángulo (intersección de las avenidas Ilaló y General Rumiñahui).
Llevaba cerca de 30 minutos pero no lograba subirse a un bus. “No hay muchos. Se espera bastante tiempo”. Aunque tiene hambre, no compra nada a los cerca de 10 comerciantes ambulantes que están en la zona. “Prefiero esperar o llevar para compartir con mi familia”.
Lo mismo dijo Sandra Aguilera, otra moradora. Generalmente, esta trabajadora espera una unidad de transporte que le lleve a su hogar localizado en Sangolquí. El tiempo de espera depende de la cooperativa. “He tenido que aguardar entre cinco y 15 minutos”. En ocasiones compra algo hasta que llegue un bus.
Uno de los puestos con más clientes es el de empanadas. En media hora se acercaron a comprar unas 20 personas. Luego de terminar, algunos se suben a los buses con destino a sus casas.
Esta situación, también, es visible en la parada del parque El Turismo, ubicado en la avenida General Enríquez. Por aquí circulan unas ocho cooperativas de buses, por lo que hay una gran afluencia de usuarios.
En la parada del parque El Turismo, ubicado en la avenida General Enríquez, en el cantón Rumiñahui, se registra mayor movimiento a partir de las 17:00. Foto: EL COMERCIO
Verónica Sánchez es una de las 10 comerciantes que están en el parque El Turismo. Esta mujer, que inicia su jornada a partir de las 06:00, asegura que hay un fuerte movimiento, en especial, en las tardes y noches. “Desde las 17:00, los buses llegan cargados de personas que vienen desde los diferentes sectores de Quito”.
Una de ellas es Miriam Beltrán. Esta mujer tiene un restaurante en el centro de la urbe. Generalmente, termina sus labores a las 16:00. Alrededor de las 17:30, llega a este parque junto a unas 20 personas que se bajan en este sector. “En este parada, el bus prácticamente se queda vacío”.
Por ejemplo, ayer, en el bus de la cooperativa Marco Polo, que cubre la ruta El Playón de La Marín-Selva Alegre, habían unas 50 personas en una unidad: sentados y parados. Pero, en este punto se bajaron, por lo menos, la mitad (25). Algunos de ellos, esperaron otro bus para ir a barrios más alejados como Rumiloma. Otros se subieron a un taxi para ir a sus destinos.
Otra parada que registra una fuerte actividad es la de El Choclo (avenidas Abdón Calderón y Juan de Dios). Aquí, el movimiento de pasajeros y buses aumenta, porque hay unidades que vienen desde la parroquia de Amaguaña (Los Chillos), desde Pifo (zona de Tumbaco) o del norte de Quito. Fátima Tituaña es una vendedora de maduros con queso. Su jornada inicia alrededor de las 11:00. Pero, la mayor parte de las ventas las realiza desde las 16:00. La mayoría de personas, que se bajan de los buses o que esperan otra unidad, compran un plátano. El valor es de USD 0,75 más el queso. “Hay varios clientes que llevan más para sus familias”.
También se venden golosinas. Estas son adquiridas por los jóvenes de las instituciones educativas de la zona: colegio Juan de Salinas y Jacinto Jijón y Caamaño. A estas se suman las ventas de pinchos y de mote.
La actividad en estas paradas se extienden hasta alrededor de las 20:00. A esta hora, el número de vehículos empieza a disminuir; al igual que el de personas. Sin embargo, las ventas y los taxis siguen en pie. Su objetivo: esperar la llegada de los últimos moradores que se concentran en estos sitios.
La parada de buses de El Choclo en las avenidas Abdón Calderón y Juan de Dios registra movimiento de pasajeros y buses que llegan desde la parroquia de Amaguaña (Los Chillos), desde Pifo (zona de Tumbaco) o del norte de Quito. Foto: EL COMERCIO