Una manada de 16 perros habita en una quebrada de Turubamba, sur de Quito. Los vecinos alimentan a los animales. Ya fueron esterilizados. Fpto: Eduardo Terán / El Comercio
Con una mano sostiene una bolsa de balanceado, mientras con la otra, llama a los 16 perros que esperan ansiosos su comida. Cada día, Carolina Miranda tiene la misma rutina en la quebrada de Turubamba, sur de Quito, donde alimenta y cuida de la manada.
No son sus perros, pero cuando escuchan el sonido de la funda, salen de todos los rincones y se agrupan para comer. No son agresivos pero tampoco se dejan acariciar. Lucas es el alfa de la manada con la que los vecinos se han encariñado. Con la ayuda del Centro de Gestión Zoosanitaria Urbanimal, todos fueron esterilizados.
Ver perros callejeros es casi una constante cuando se transita por la ciudad. Están por todos lados. Algunos enfermos, flacos, otros sanos pero descuidados. Solo en Quito hay cerca de 500 000. Es decir uno por cada cuatro habitantes, cifra alarmante a sabiendas de que en ciudades grandes como Bogotá, por ejemplo, hay un perro por cada 11 personas.
Pero hay otro dato preocupante: en la capital el 80% de estos animales, es decir unos 400 000, están en el espacio público, lo que no siempre significa que estén abandonados. Solo el 20% no tiene dueño, el resto tiene casa, pero sus amos les permiten salir para que se alimenten y hagan sus necesidades. De allí la importancia de crear conciencia ciudadana, enfatiza Fernando Arroyo, director el Urbanimal, un proyecto de la Secretaría de Salud del Cabildo que trabajaba para erradicar el problema.
Las cifras de la entidad revelan que de enero a octubre de este año, se esterilizaron 8 734 animales. Cada mes, la campaña visita una administración zonal. Cerca de 50 000 mascotas han sido esterilizadas desde el 2011, lo que alcanzaría el 10% del universo.
Con cinco veterinarios y un anestesiólogo Urbanimal tiene una capacidad para intervenir a unos 50 animales por día. Pero acuden hasta 300 personas en busca de un turno.
Eso la vuelve una campaña positiva, pero insuficiente. Así es como Cristina Zapata, directora de Animalízate, califica el intento por combatir esta problemática. La situación de los perros callejeros, a su parecer, se le está yendo de las manos al Municipio. Para ella, los principales problemas son la falta de educación en la gente y la poca conciencia de la responsabilidad de detener un animal.
El llevar a cabo un programa gratuito de una cirugía que en un doctor particular puede llegar a costar hasta USD 200, es un gran paso, pero aún queda mucho por hacer, sobre todo por la facilidad con la que estos animales se reproducen. Una perra puede tener dos camadas al año y en cada una, en promedio, tiene cuatro crías. Es decir, una sola perra podría llegar a tener ocho cachorros al año, cifra que según la raza podría duplicarse. Cada animal tiene en promedio 8 años de vida fértil, pero la de los callejeros es más corta: apenas cuatro.
Por eso la importancia de la esterilización. Hay quienes barajan la posibilidad de dormir a los perros para terminar con el problema, pero los activistas pro animales lo descartan.
Karla Buitrón, es una de ellas. Argumenta que son seres vivos y que lo que se debe hacer es darles una vida digna y evitar que se reproduzcan. La muerte, dice, llegará de manera natural.
En Quito no se ha cuantificado cuántos perros mueren al año. Sin embargo, a escala mundial la taza de mortalidad de estos animales es del 23 por mil, que en el caso de nuestra ciudad significaría que mueren un promedio de
9 200 perros cada año. Es decir, unos 25 al día. Para disminuir significativamente el número de perros callejeros debería pasar al menos 10 años sin que se reproduzcan.
El reto de Urbanimal es olímpico. Según la pro forma 2015, la entidad recibió USD 410 000. Arroyo explica, de esa cantidad, se destinó alrededor de USD 80 000, para las esterilizaciones, sin contar con el salario de los médicos. Sin embargo, en el proyecto del presupuesto 2016, se plantea entregar USD 370 000; es decir, USD 40 000 menos que el año pasado.
Para Eduardo del Pozo, presidente de la Comisión de Ambiente, el apoyo económico es clave para que la política pública sea más efectiva. Lo ideal sería, para él, al menos duplicar el presupuesto para el 2016.
Mientras tanto, barrios como Comité del Pueblo, Pisullí y Atucucho deberán seguir enfrentando el problema, pese a que representa un riesgo. Leonardo Arias, veterinario especialista en fauna, explica que el problema se da por la cantidad de heces que estos producen. Si un mosco se posa sobre ella y tiene contacto con el alimento, pueda ocasionar enfermedades parasitarias o bacterianas.