Quito se volvió paso de haitianos que van a Brasil

Richard (derecha) y Marcel están de paso en Quito para dirigirse a Brasil, su destino final. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Richard (derecha) y Marcel están de paso en Quito para dirigirse a Brasil, su destino final. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Richard (derecha) y Marcel están de paso en Quito para dirigirse a Brasil, su destino final. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Un estrecho pasadizo de bloques conduce a una casa de dos plantas en el sur de Quito. Allí operaba una mafia que escondía migrantes haitianos por seis días y luego los trasladaba al sur del país para cruzar la frontera y llevarlos ilegalmente a Brasil. El miércoles, en las afueras de ese lugar, los vecinos prefirieron no hablar del operativo montado hace un mes.

34 extranjeros fueron rescatados y apenas pudieron contar que el viaje comenzó en Puerto Príncipe, que recorrieron República Dominicana, Panamá y Ecuador. El siguiente paso era Perú y el destino final, Brasil.

En la incursión hubo 20 detenidos y los agentes decomisaron dinero, en efectivo, documentos, pasaportes, tiquetes aéreos, de buses y recibos de transacciones bancarias. Así se determinó que, por vía terrestre, “eran transportados en grupos de 20 a 30 hasta Zapotillo (Loja) o Huaquillas (El Oro), en donde los ingresaban a Perú.

La Policía del Ecuador y de esa nación identificaron que las mafias internacionales dedicadas al tráfico ilegal de personas utilizan a Quito como un punto de paso hacia otros países. De hecho, agentes peruanos descubrieron que siete bandas de coyoteros se disputan los pasos ilegales en la frontera con Ecuador.

De allí que al menos 500 migrantes del país caribeño provenientes de Ecuador fueron detenidos el 2014 en Perú.

¿Por qué los haitianos buscan llegar a Brasil? En mayo del 2012, el gobierno de Dilma Rouseff autorizó la entrega de 1 200 visas humanitarias cada año por el terremoto que sufrió la isla hace cinco años.

Con esto se inició el éxodo masivo de la gente de ese país, pero también comenzaron a operar mafias que ofrecen viajes ilegales por hasta USD 6 000 por cada persona.

Cuando son reclutados por las redes delictivas, los isleños llegan a la frontera sur de Ecuador en buses interprovinciales.

Uno de los puntos de intercambio de migrantes es la limítrofe Tumbes (Perú), ubicada a 20 minutos de Huaquillas (El Oro). Cuando están allí, solo por evadir los controles cada haitiano debe pagar hasta USD 200. Cuando logran pasar contratan taxis para avanzar.

“Ellos aprovechan las facilidades de la integración entre los dos países para burlar los controles”, señaló el coronel José Vilca, quien dirige la Dirección Territorial de Policía en Tumbes en una entrevista con El Comercio de Lima.

En esos trayectos incluso han sido abandonados en las terminales de transporte.

El recorrido y la estadía son el mismo en todos los casos de tráfico ilegal de migrantes.

Cuando están en Quito, los caribeños alquilan pequeños departamentos por USD 150. Allí viven hasta ocho personas por tres meses.

En otros casos se hospedan en hostales que cobran USD 10 la noche. En esos lugares permanecen hasta que vengan otros integrantes de las redes y los llevan de forma irregular al exterior.

Chiriyacu, San José de Monjas, Colinas del Norte, Quitumbe, El Camal, San José de Velasco, la Mitad del Mundo y el Comité del Pueblo son los sectores en los que se quedan durante su corta estadía.

Datos recopilados por la Organización Internacional de Migraciones refieren que, desde el 2001 hasta el 2012, 10 011 haitianos ingresaron al Ecuador.

La tarde del jueves, en una de las estrechas calles adoquinadas del barrio Comité del Pueblo, en el norte de Quito, se percibía el olor a pescado que una casa con techo de zinc emanaba desde la ventana.

Allí estaban cuatro isleños que cocinaban arroz moro (con fréjol) y acomodaban colchonetas sobre el piso para descansar en una habitación de tres metros por cuatro. Hablaban criolle, una mezcla de francés con dialectos africanos. Solo uno de ellos sabía español. Dijo llamarse Franz y que vivió 20 años en República Dominicana.

En una vieja maleta, él guardaba cuatro pantalones y tres camisas para viajar con lo justo a Brasil. Lo mismo pasaba con Richard que esperaba conseguir la visa humanitaria. Habla en su idioma y solo Franz sabe lo que dice y lo tradujo. “Dice que le gustaría quedarse en Ecuador, pero que es difícil legalizarse en migración”.

Las mismas historias se repiten en otros barrios. En las calles polvorientas de San José de Velasco, en el noroccidente de Quito, es común ver haitianos que caminan o que se reúnen en un pequeño restaurante. Pagan entre USD 50 y 100 por el alquiler de un pequeño departamento de dos habitaciones para seis personas. “Eran puntuales en los pagos del arriendo”, recordó un vecino.

Tras la operación del 17 abril, la Policía ha desplegado investigadores en los barrios en donde vive gente de ese país. La idea es saber si las redes se extendían hasta esos lugares.

Unos son albañiles, otros cuidan carros en la calle y algunos venden comidas. Todo es temporal, pues saben que Ecuador es un sitio de paso para irse a Brasil. No quieren volver a Haití. Dicen que allí no hallan trabajo y en Brasil sí.

Suplementos digitales