Blanca Pulupa es parte de la Asociación Sonreír. Nueve mujeres y un hombre trabajan en el norte de Quito. Foto: Ana Guerrero / EL COMERCIO
Comunidad, trabajadores, expertos y Municipio, desde varios frentes y con propuestas diversas, tienen una meta: separar los residuos sólidos, reciclar y disminuir la generación de basura en Quito. En la ciudad se producen diariamente unas 2 200 toneladas de desechos comunes. Al menos 530 (24%) se pueden reciclar.
Desde el Cabildo, el martes, en la primera sesión del Concejo Metropolitano realizada en territorio (Conocoto), se aprobó una resolución para declarar a la entidad y sus dependencias libres de plásticos de un solo uso. La presentó el alcalde Jorge Yunda.
A esta decisión le antecedió un pacto ciudadano por un Quito libre de basura. Representantes de la comunidad se comprometieron a responsabilizarse de los residuos que generan en sus casas: reducir, reciclar, reutilizar y reparar.
Fuera del ámbito municipal, están en marcha propuestas ciudadanas. ReciVeci es una muestra de esfuerzo para, además de reciclar, trabajar desde el lado humano: los recicladores.
Solo en Quito hay 3 400 trabajadores del área, 340 están organizados en 11 asociaciones. Laura Guanoluisa, líder de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), da cuenta de esa cifra.
Claudia Andrade, cofundadora de ReciVeci e ingeniera ambiental, hace un recuento de la propuesta que cuenta con un manual y una aplicación móvil. La iniciativa nació hace casi cuatro años, desde un grupo de ciudadanos que identificó un bache en la gestión de los residuos en Quito y en el país. Arrancaron por la urbe.
Andrade recapitula: la organización Ciudadanía Inteligente buscaba que un grupo desarrollara una propuesta para solucionar un problema de la ciudad. Impaqto (aceleradora de emprendimientos) hizo la convocatoria. Se unieron profesionales de distintas áreas. Partieron con el vínculo y capacitación de recicladoras de la av. República de El Salvador, donde se reunía el equipo de la iniciativa. Llegaron a unos 30 000 beneficiarios.
En el camino, nueve mujeres, todas parientes, formaron la Asociación Sonreír. Blanca Pulupa es parte. Desde los siete años, la avenida del norte de la urbe es el destino diario. El papel, las botellas y los cartones son el sustento familiar.
La mujer de 42 años recuerda que desde la infancia conoce el material que sirve. El trabajo siempre fue en familia. Las precursoras son su abuelita, Carmen Cuesta de 84 años, y le siguió los pasos su madre, Mercedes Analuisa. Ambas aún ejercen el oficio y son parte de Sonreír.
El esposo de Pulupa, Nelson Tupiza, es el encargado de transportar lo recolectado hacia un centro de acopio, en Nayón. En este, el material recolectado en edificios, locales y en la calle (martes, jueves y sábados, de 11:00 a 00:00), pasa por otro filtro y lo venden a intermediarios.
En promedio, al mes, recolectan 260 kilos de cartón; 163 de botellas; 140 de papel blanco, etc. La venta se hace cada 15 días y cada miembro recibe entre USD 100 y 120. Aún no alcanzan el salario básico.
Las condiciones laborales han mejorado. Pero, luego de la capacitación a la comunidad, hay quienes aún no separan los residuos, otros sí evitan que busquen entre la basura.
En el segundo grupo están 12 trabajadores de un restaurante. Saben que en el tacho azul, en el estacionamiento subterráneo, van los cartones.
Así como con las socias de Sonreír, la comunidad puede establecer vínculos con otros recicladores. La App ReciVeci facilita ese contacto, pues una vez que la descargue, puede acceder a un mapeo de 300 de ellos. De algunos está el número telefónico y de todos, el sector donde laboran. La herramienta permite incluir a más.
Del mismo modo, hay tips e incentivos a través de puntos. Cada vez que haga una entrega se cargan puntos que se pueden intercambiar por productos en locales aliados.
Otra acción para motivar el reciclaje en la fuente fue Quito a reciclar y participó Renarec. Esta se emprendió en la anterior administración municipal y llegó a 45 condominios y urbanizaciones. También se difundió un manual. Sin embargo, la nueva secretaria de Ambiente del Distrito, Marianella Irigoyen Bonilla, aseguró que no tuvo impacto.
En el balance de la anterior administración, las cifras apuntan a que desde el 2015 aumentaron unas 800 toneladas del material reciclable que se genera en Quito (2 172 en el 2014 a 2 954, el año pasado).
Guanoluisa alude a que si bien con Quito a reciclar hubo avances y se realizó un esfuerzo de capacitación, la ciudadanía aún debe “cambiarse el chip” y separar los desechos en casa. De los sitios a los que llegaron, no más de cinco barrios cumplen a cabalidad.
De ahí que Irigoyen respalda que la comunidad es la que debe cumplir el pacto para librar a Quito de la basura. Y ya se ha reunido con representantes de ReciVeci y Renarec. Define acciones ya previstas y en marcha: capacitación en planteles educativos (ayer fue en la U.E. Calderón), ecobarrios (plan piloto en Pifo) y comités ambientales. Un eje central: tras la capacitación, los vecinos son los ojos de los barrios.