Más quiteños tienen huertos en sus hogares

Dora Carrión dedica dos horas diarias a su huerto en el patio de su casa, en Monjas. Galo Paguay / EL COMERCIO

Dora Carrión dedica dos horas diarias a su huerto en el patio de su casa, en Monjas. Galo Paguay / EL COMERCIO

Dora Carrión dedica dos horas diarias a su huerto en el patio de su casa, en Monjas. Galo Paguay / EL COMERCIO

Vivir en una ciudad llena de concreto no limita las posibilidades de implementar un huerto. Los patios, terrazas, terrenos baldíos y balcones son sitios aptos para que las familias quiteñas empiecen a cultivar sus propios alimentos.

En Monjas, un terreno en pendiente, ubicado en la parte posterior de la casa de Dora Carrión, fue transformado en un huerto hace tres años. 
De este lote, que tiene 250 metros cuadrados, Carrión saca lechuga, col, coliflor, pimiento, vainita, perejil y hasta babacos. “Tengo de todo, casi no voy a los supermercados”.


En lugar de salir de compras, cada mañana Carrión y su compañera, Margarita Cuasquer, dedican a diario dos horas a la agricultura. La responsabilidad es grande. Ellas emplean azadones para remover la tierra y revisan las plantas para evitar a las plagas. 
Para cosechar productos de buena calidad, las personas que tienen huertos urbanos aplican técnicas desde antes de sembrar las semillas. Según el espacio y el producto, se construyen invernaderos o se cubren los cultivos con lonas especiales. En estos sembríos se emplean solo productos naturales.


Todos estos conocimientos sobre agricultura son impartidos por técnicos del proyecto de Agricultura Urbana Participativa (Agrupar). Ellos visitan los huertos y dan capacitaciones en ConQuito, en el sur.
Desde que empezó esta iniciativa, la implementación de huertos urbanos aumentó. De 306, en el 2002, se pasó a 3 312. Esto representa 29 hectáreas del Distrito Metropolitano intervenidas, según cifras de Agrupar (ver infografía). 


Estos cultivos se encuentran en 63 de las 65 parroquias de Quito. Las dos únicas excepciones son el Centro, por falta de espacio, y Puéllaro, por la distancia, mencionó Pablo Garófalo, técnico de Agrupar.
En las periferias de la ciudad, donde aún quedan espacios libres para construir, la situación es otra: Quitumbe, Los Chillos y Calderón.
Los amplios terrenos que bordean las viviendas de estos sectores sirven para implementar huertos con una diversidad de cultivos. En Quito se pueden producir 45 tipos de hortalizas, 10 variedades de frutas y 15 de plantas medicinales, precisó Garófalo. En estos terrenos también pueden existir otros emprendimientos. 


En el barrio Espejo, en el sur, Gloria Rosero, aprovechó los 500 metros cuadrados del terreno que limita con su casa para sembrar. Ahí tiene dos invernaderos y un huerto. 
Aunque su sector es frío y lluvioso, de su patio saca tomates, pimientos, albahaca...Aparte, produce plantines (semillas germinadas) para garantizar el crecimiento del producto. Las pequeñas plantas son vendidas a los agricultores, desde USD 0,05 hasta 0,17 cada una, según su clase. 
En promedio, en Quito, 
65 855 personas han implementado huertos urbanos en sus viviendas, desde que surgió esta iniciativa el 2 de mayo del 2002. Para cultivar no se requiere un espacio mínimo. Las cajas de madera reciclada, llantas, ladrillos, botellones sirven para los cultivos. 


De estos sitios, cada año, se cosechan alrededor de 500 toneladas de frutas, hortalizas, verduras, hierbas medicinales. Estos productos terminan en la mesa de los agricultores urbanos, en las bioferias para ser vendidos o se los transforma en ‘snacks’, mermeladas, pasteles, cereales.
Los productos procesados preparados por Luz María Trujillo (77 años), propietaria de un huerto en Pueblo Unido, son 100% naturales y tienen entre sus ingredientes alimentos singulares y nutritivos: mermelada de jícama, bizcochos de zuquini, galletas de quinua, granola de amaranto... 


Este tipo de productos, hortalizas, frutas y verduras orgánicas se venden en 17 bioferias, que se organizan de martes a domingo en parques y plazas de la ciudad. En estos espacios, los agricultores urbanos han comercializado USD 1,5 millones, desde el 2009. 
Estos huertos, aparte del movimiento económico que generan, aportan al cuidado del ambiente y de la salud. En promedio, 1 700 toneladas se usan para hacer compost (abono orgánico) cada año.


Por esto, Fernando Carrión, especialista en temas Urbanos, dijo que se debería estimular la implementación de huertos urbanos en más sectores del Distrito de Quito. “El reto, ahora, es pasar de acciones puntuales de una organización a políticas públicas”.

En contexto


Tras 15 años, el proyecto de Agricultura Urbana Participativa (Agrupar) de ConQuito ha tenido acogida en 63 de las 65 parroquias del Distrito. La necesidad por comer sano y contar con ingresos son las principales motivaciones de sus participantes.

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