Un proyecto para rehabilitar la piscina olvidada de Pomasqui

En Pomasqui, aquel lugar que desde hace 80 años sirvió como punto de encuentro de la parroquia, hoy está olvidado. Foto: EL COMERCIO.

En Pomasqui, aquel lugar que desde hace 80 años sirvió como punto de encuentro de la parroquia, hoy está olvidado. Foto: EL COMERCIO.

En Pomasqui, aquel lugar que desde hace 80 años sirvió como punto de encuentro de la parroquia, hoy está olvidado. Foto: EL COMERCIO.

Son dos piscinas: la grande está vacía, con hojas secas y basura. La pequeña tiene un poco agua, pero verde. El fondo está cubierto por hongos y ramas. El tobogán está empolvado.

En Pomasqui, aquel lugar que desde hace 80 años sirvió como punto de encuentro de la parroquia, hoy está olvidado. Se cerró hace 10 años. Los vestidores están dañados y algunos con basura. Junto a la piscina hay una construcción destruida.

Los calentadores solares no tienen uso. Algunos vecinos ni siquiera saben que allí funcionaba una piscina. Carolina Ruiz, quien vive a tres cuadras del lugar, aprendió a nadar allí, pese al agua fría. Pero Ariana, su hija de seis años nunca conoció el sitio.

La niña ingresó a un curso de natación en un complejo privado en Pusuquí, a 10 minutos de allí. Los moradores piden que el lugar se rehabilite, sobre todo por los más pequeños. En Pomasqui, según el Inec, habitan cerca de 30 mil personas. De ellas, cerca de ocho mil tienen menos de 14 años.

El problema del deterioro de la piscina tiene casi una década. Empezó en el gobierno parroquial de Santiago Castellanos, quien solicitó al Municipio la administración del complejo. Su objetivo fue mejorar el servicio, pero antes de terminar de hacer las adecuaciones a la infraestructura, cuenta, recibió una factura de USD 8 000 por el servicio de agua y decidió devolver la competencia. En la Administración Zonal la Delicia dicen nunca haber recibido dicha solicitud.

Humberto Almeida, actual administrador zonal, muestra documentos en los que se entregó el bien a manera de comodato a la Junta desde el 2008 hasta el 2013. El funcionario explica que Castellanos presentó en ese entonces un proyecto con los gastos mensuales por lo que en base a la Ordenanza 185 (que ya no está vigente) se firmó el convenio.

Almeida sostiene que la deuda por el valor del agua llegó a los USD 100 000. La administración parroquial anterior llegó a un acuerdo con la Epmaps y al momento, la deuda bordea los USD 30 000. Deuda que se empezó a generar, precisamente, según Almeida, por no asumir las competencias y no pagar el servicio.

Lo importante ahora, asegura el funcionario, es cancelar esa deuda para generar un nuevo comodato (o buscar una figura jurídica adecuada) y para poder iniciar con un proyecto de rehabilitación. “Deben especificar cómo van a pagar esos USD 30 000 y qué es lo que van a hacer para solventar los gastos. No pueden querer las competencias, pero si no pueden administrar, devolver todo y con deudas”.

Jacqueline Castro, actual presidenta de la Junta Parroquial, explica que al momento están trabajando en un plan para devolverle la vida al lugar. Se planea volver a poner en funcionamiento el complejo, siempre y cuando pase a manos de la Junta, porque al momento el Municipio continúa siendo el dueño. “Las leyes son claras y nosotros no podemos intervenir con dineros de la parroquia en terrenos que no son nuestros”, explica Castro. Precisamente el mes pasado se tuvo una reunión extraordinaria para tratar el tema en la parroquia.

En las instalaciones es necesario reparar, cambiar, reponer y mejorar la infraestructura. El proyecto está contemplado en unos USD 40 000 con dinero del gobierno de la parroquia. Se contempla dar funcionamiento al caldero y a los paneles solares para calentar el agua que colocaron directivos anteriores.

Asimismo, se va a restaurar los baños, la ducha, los canceles, el área del bar. Incluso se tiene previsto colocar una cubierta en la piscina.

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