‘Todos los que fuimos jóvenes hace 30 ó 40 años vivimos aquella discusión: reformismos, revolución… Resulta que las revoluciones se fueron al carajo, no quedó ni ceniza”, comenta en el libro Pepe Coloquios, publicado este año en Montevideo. Esta cita aparecida en El País de España es parte del libro cuyo autor es el vencedor de los comicios de Uruguay. El tupamaro de ayer ha prometido seguir el programa económico moderado de su antecesor y ha llamado al diálogo a toda la sociedad uruguaya, con lo que muchos se preguntan, ¿en realidad José Mujica ha devenido en un hombre creyente en la democracia o sólo es un discurso para apaciguar los ánimos?
A no dudarlo, si en la década de los 70 hubieran accedido al poder por las armas habrían renegado de esa “democracia burguesa” que ahora les ha permitido tomar las riendas políticas.
Ahora han sido cautos. Tabaré Vázquez ha realizado un gobierno que ha tomado distancias con ese destemplado grupo de países liderado por el ex militar caribeño tan suelto de lengua.
Han derrotado en dos ocasiones a los candidatos de los partidos tradicionales sin quebrar grotescamente la institucionalidad, pretensión que a un ex Presidente centroamericano ha mantenido en una disputa que, después de las elecciones celebradas el domingo, empieza a rayar en lo ridículo.
¿Hasta dónde son sinceras las expresiones del recientemente elegido presidente uruguayo? Si lo son, automáticamente habría que decir que se distanció de esa izquierda caduca que sueña con modelos obsoletos cuyos resultados fueron desastrosos para los países en que se aplicaron. Los conservadores y anacrónicos son aquellos que se reclaman como “vanguardia” y los realmente progresistas, los de avanzada, son esos líderes que, habiendo surgido de las filas de la izquierda, han sintonizado con los cambios y aplican fórmulas que no están maniatadas por prejuicios ideológicos, prestando valiosos servicios a sus ciudadanos.
Al escuchar los cambios en los discursos de los “viejos revolucionarios” habría que preguntar: ¿hacia qué sueño querían conducirnos? “Con la reforma no construyeron ningún país excepcional. Ahora se come mejor y se duerme mejor donde se hicieron reformas. Para los que abrazamos el credo revolucionario, no es muy placentero decir esto, pero es la discusión que tenemos con Lula. Lula dice sí, sí, pero hay 50 millones de tipos que viven mucho mejor. ¿Es eso una revolución? Sí, en los hechos, sí. Para el que no comía, seguro que es una revolución”, explica Mujica a El País. Si de esa materia estuvieran hechas las revoluciones, hasta asaltaría la tentación de aplicarlas.