Redacción Ibarra
La noche anterior a su graduación, José Miguel Anrango Sánchez releyó la carta que entregaría a sus maestros.
A sus 74 años de edad, este campesino del cantón Urcuquí, en Imbabura, dice haber dado el paso más importante de su vida.
“No pude asistir a la escuela porque mi padre nos abandonó. A veces he sentido esa tristeza enorme de no poder ayudar a mis hijos con sus tareas porque no podía leer ni escribir.
Ahora, ya puedo leer algunas cosas y escribir mi nombre y firmar. Es una bendición”, dice Anrango.
Como él, 494 personas, todas mayores de 15 años, aprendieron con el Programa de Alfabetización y Educación para la Vida Yo sí puedo. El sábado pasado, Anrango y sus condiscípulos acudieron al auditorio del Municipio de Urcuquí para demostrar sus conocimientos y graduarse.
Con sus camisetas blancas y las cintas tricolores (amarillo, blanco y azul celeste) en bandolera, los estudiantes, la mayoría con más de 65 años, ocuparon sus puestos. “Nunca imaginé que me sentaría frente a las autoridades, esperando mi graduación. Siempre asistí a las graduaciones de mis hijos”, comenta casi con lágrimas Concha Álvarez, de 73 años.
Hijos, nietos y bisnietos acompañaron a los graduados. León Suárez Alegría, asesor cubano responsable del programa de alfabetización en Urcuquí, comentó que empezaron a trabajar desde septiembre de 2006.
Fue un trabajo mancomunado del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, la Dirección de Educación, el Municipio, CCF, Federación de Organizaciones Campesinas de Imbabura y la gente de 35 comunidades.
El alcalde Víctor Hugo Rivadeneira manifestó que para el cantón este programa valió la pena y, advirtió, además, que espera continuar con el programa de postalfabetización.