El Centro Comercial Popular de Tulcán es uno de los puntos para hacer los ‘enganches’ para traer productos de la Canasta. Foto: Archivo EL COMERCIO
La mayoría de comerciantes del Carchi, facultados para traer la Canasta Comercial desde Colombia, se convirtió en intermediario.
No están ingresando grandes lotes de mercadería para venderlos en la provincia fronteriza a precios inferiores, como se esperaba. En su lugar, se han dedicado a cruzar por la frontera contados productos bajo pedido de los compradores.
Mediante redes sociales y hojas volantes ofrecen sus servicios para nacionalizar televisores, llantas, computadoras, equipos de sonido…, a cambio de una comisión.
Así explica José Luis Guerrero, dirigente del Centro Comercial Popular, de Tulcán, uno de los beneficiarios de esta ‘modalidad’.
Asegura que unos 40 colegas suyos también han optado por este sistema, ante la falta de recursos para realizar grandes importaciones de los productos de la Canasta Comercial, la cual está conformada por 49 subpartidas. El Comité de Comercio Exterior (Comex) autorizó a los negociantes carchenses introducir al país esa lista de productos libre de aranceles y salvaguardias para aliviar su situación económica.
Y, aunque debe pagar el Impuestos al Valor Agregado (12%) y al Fondo de Desarrollo de la Infancia (0,5%), además de una comisión que va de USD 50 a 150 para los ‘tramitadores’, la mercadería sigue teniendo un costo menor a la que se ofrece en los almacenes nacionales.
Con esta medida, vigente del 7 de octubre pasado al 12 de julio del 2016, se busca reactivar la actividad económica en la provincia fronteriza, afectada por la continua depreciación del peso colombiano frente al dólar. El último fin de semana, por ejemplo, la cotización del dólar estaba en 3 093 pesos.
Este fenómeno ha provocado que los productos y servicios que se ofertan en el vecino país sean más baratos respecto a los del lado ecuatoriano.
Esto genera que entre 15 000 y 20 000 compatriotas crucen la frontera cada fin de semana para realizar compras en las ciudades del sur colombiano, según la Cámara de Comercio de Ipiales, Colombia.
Entre tanto, en la ciudad de Tulcán, cuya principal actividad es el comercio, las tiendas y almacenes permanecen vacíos.
Por esta razón, el Gobierno ecuatoriano aceptó la aplicación de la Canasta. La iniciativa está dirigida a 4 739 comerciantes del Carchi registrados en el Servicio de Rentas Internas (SRI), que pueden ingresar los productos hasta un monto máximo de USD 54 millones hasta mediados del próximo año, según el Ministerio Coordinador de Producción, Empleo y ompetitividad.
Sin embargo, y pese a que la medida entró en vigencia el 15 de octubre pasado, pocos han optado por traer productos desde Colombia, según Bayardo Martínez, director de la Cámara de Comercio de Tulcán.
En una nota publicada en el diario de El Norte, Francisco Hernández, director distrital del Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (Senae), de Tulcán, aseguró que hasta el 23 de noviembre último 60 canastas cruzaron el Puente de Rumichaca, acogiendose a los beneficios que da el Gobierno.
La mayoría son pequeños comerciantes como Guerrero, que son contactados telefónicamente. Los números se promocionan en hojas volantes que se distribuyen en el ingreso sur de Tulcán o en Rumichaca. Guerrero explica que se hace el contacto con el comprador, para conocer el requerimiento. “La mayoría busca televisores y computadoras”.
Luego, el comerciante autorizado para traer productos de la Canasta Comercial, libre de aranceles y salvaguardias, realiza la compra a su nombre y la introduce al país. Finalmente la entrega con una factura ecuatoriana a nombre del cliente real.
“Con ello puede movilizar la mercadería hacia cualquier parte del Ecuador, así sea requisado por agentes de la Aduana o el SRI”, explica Guerrero.
Pero no todos ven con buenos ojos este sistema. Para Galo Mafla, presidente de la Red de Apoyo al Comerciante Carchense, el objetivo de vender productos de la Canasta Comercial en Tulcán era para que se beneficien no solo los comerciantes, sino también las tiendas, restaurantes y hoteles, por el flujo de compradores.
Uno de los pocos que están ofreciendo, a menor precio en la urbe, productos traídos de Colombia es Comercial Segarra.Su propietario, William Segarra, tiene televisores, equipos de sonido y licuadoras. Cuenta que cobra hasta un 20% más del precio en Ipiales para cubrir impuestos y ganancia.
Un televisor de 50 pulgadas, con tecnología 3D, que en Colombia cuesta un equivalente a USD 1 000, en los almacenes de Tulcán se lo encuentra en 1 250 con los recargos. “Pero con los papeles en regla y sin perder tiempo”, dice Segarra.