La lluvia no dio tregua la mañana del domingo 29 de marzo del 2015. Las cerca de 300 personas que participaron en la procesión del Domingo de Ramos se empaparon. Hasta la imagen de Jesús de San Salvador, patrono de este acto católico, fue cubierto con terno impermeable.
La escultura fue colocada sobre el lomo de un burro tal como, según la tradición cristiana, Jesús ingresó a Jerusalén. Cerca de la imagen se colocaron monaguillos disfrazados de ángeles y una mujer que representaba a la Virgen de Legarda (virgen del Panecillo) acompañó a la escultura en el trayecto.
El padre Francisco Mesa, quien estuvo a cargo de la organización, manifestó que está procesión dio inició a la semana mayor de los católicos. “Conmemoramos los grandes misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús”.
Los participantes se concentraron en los bajos de la Basílica, entre las calles Venezuela y Caldas. Avanzaron por la Venezuela, tomaron la Manabí hasta la García Moreno, caminaron por la calle Sucre y llegaron a la Plaza de San Francisco en donde hubo una misa campal.
Los cánticos de alabanza calentaron, en algo, la fría mañana quiteña. Los ramos se entremezclaron con los centenares de paraguas de la gente que avanzaba, en cuadro apretado, por las estrechas calles del Centro Histórico.
Jaime Beltrán, uno de los participantes, encabezó la procesión. Él cargó una cruz de plata por, aproximadamente, una hora que duró la marcha. “Todo se puede llevar con ayuda del Señor”, señaló. Él realiza esta actividad desde hace cuatro años.
Jorge González Pérez, director del culto de San Francisco, dijo que la procesión del domingo de ramos se la realiza desde hace 54 años. Al final, una misa se desarrolló en la tradicional Plaza y se bendijeron los ramos que llevaron los católicos. Hubo mensajes para que no se compren ramos hechos con palma, debido a que es el hábitat de dos aves que están en peligro de extinción.