Redacción Quito
En las terminales de Carcelén, en el norte, y Quitumbe, en el sur, aún hay desorden y desorganización. A pesar de que las dos estaciones están en funcionamiento desde hace tres meses, algunos usuarios aseguraron que hacen falta más señalización.
Otros problemas
Algunos usuarios no conocían que se debe cancelar USD 0,15 para ingresar a los andenes para tomar los buses. Largas filas se formaron en el sitio para cancelar esa tarifa.
Otra fila se formó en la terminal de Quitumbe para ingresar en la línea del Trolebús. Ayer, cerca de 20 personas esperaron por varios minutos.
En las dos terminales hubo presencia policial ayer por el retorno del feriado.Las hermanas Carmen e Isabel Saltos son de Lago Agrio y llegaron a Quito, desde Quevedo, por el feriado. Ayer, ambas esperaron 35 minutos hasta que saliera un bus para la Amazonia. Mientras comían arroz en la sala de espera de Quitumbe, comentaron que se perdieron en el interior de esa estación. “No hay señalizaciones ni flechas. Nosotras no conocemos este sitio y no sabíamos dónde esperar los buses”.
Las hermanas se acercaron a preguntarle a un guardia que les sugirió ir a información, pero no supo decirles por dónde llegar hasta ese sitio.
Emma Maldonado también visitó por primera vez la terminal de Quitumbe. Su familia vive en Otavalo pero ella trabaja en Guayaquil. La cooperativa de transporte que la llevó hasta la Costa hizo una parada en Quito.
Maldonado dijo que la ex terminal de Cumandá, en el Centro, le parecía más cercana. “No tenía que hacer muchos trasbordos y la ruta era más rápida”.
Para llegar a Quitumbe, Maldonado tuvo que realizar tres trasbordos con sus dos hijas y cuatro maletas. “Es agotador llegar hasta este lugar, porque hace falta más transporte público”.
Pero no solo Maldonado tuvo que realizar trasbordos para llegar a la terminal. Omar Villalba vive en El Recreo, en el sur, y decidió viajar a Tulcán para visitar a unos amigos por el feriado.
Para llegar a la terminal de Carcelén realizó cuatro trasbordos con dos maletas en mano. “El viaje fue largo y cansado. Pero lo peor fue llegar a la estación y ver todo el desorden que existe”.
Villalba dijo que en la entrada de la terminal, a pesar de que también hay vigilancia y control policial, la mayoría de personas no sabe por dónde debe ir.
Las boleterías aún funcionan en el sitio que estaba destinado para encomiendas y las paradas de buses no son en un solo lugar.
Para él es como la terminal de Cumandá. “Nada ha cambiado, hay la misma desorganización que existía antes solo que en otro sitio”. Pero Valeria Fuentes cree que aunque hay todavía esos problemas, el servicio ha mejorado desde la apertura de esa estación.
Ella es de Tulcán y estudia en Quito, en la Universidad Politécnica Nacional. Casi todos los fines de semana viaja a su ciudad natal y señaló que cuando recién se inauguró, la situación era peor. “Por lo menos ahora hay donde descansar”, dijo mientras buscaba una unidad que la llevara hasta el centro de la ciudad.