Algunos expertos vaticinaron que los recientes censos nacionales de personas y de viviendas pudieron ser los últimos debido a los enormes avances tecnológicos que, en el futuro, permitirán mantener una base de datos permanentemente actualizada. Lo real es que el censo del domingo fue completamente distinto a todos los anteriores.
Por primera vez los ecuatorianos fuimos obligados a permanecer 10 horas dentro del hogar debido al decreto de inmovilidad que se cumplió en todo el país y que fue acatado por la mayoría de la población. Fue una jornada diferente, silenciosa, sin carros ni autobuses en las calles y sin contaminación ambiental.
Los temores por la inseguridad ciudadana que precedieron al censo felizmente pasaron inadvertidos, salvo algunos incidentes menores en algunas parroquias urbanas. La vigilancia policial y militar durante el domingo cumplió las expectativas anunciadas por las autoridades. El censo continuó durante toda la semana en las zonas rurales más remotas. Se puede afirmar que prácticamente llegó a la mayoría de la población.
La pregunta 16, destinada a definir nuestra identidad entre indígena, afroecuatoriana, negra, mulata, montubia, mestiza o blanca fue la más polémica entre todas las que fueron planteadas por los estudiantes que vivieron quizás una de sus mejores experiencias de carácter cívico.
Los resultados preliminares, es decir, cuántos somos, detallados por cantones, parroquias y provincias, se conocerán en enero, mientras que el resto de la información será entregada en agosto por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Los ecuatorianos confiamos en que toda la información entregada de buena fe durante la jornada de civismo será mantenida en reserva .