Santiago Estrella G. Corresponsal en Buenos Aires
Al menos dos veces por día, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, vuela en helicóptero entre la quinta presidencial de Olivos y la Casa Rosada. El del viernes pasado pudo ser el más incómodo que haya tenido. Al menos cinco interferencias entre la nave y los controles de Aeroparque y la sede gubernamental proponían a los pilotos asesinarla.
“Maten a la yegua”, “Boludos, maten al pescado” y dos veces un simple “mátenla”, decía una voz masculina. Además, se escuchó un fragmento de “La avenida de las camelias”, una marcha militar que era la preferida de la última dictadura militar.
Ayer recién se conoció el hecho por la denuncia presentada por el procurador general de la Nación, Esteban Righi ante la Cámara Federal de Buenos Aires.
Si ya el hecho en sí era llamativo, más lo fue en la fecha en que ocurrió. El 11 de diciembre comenzó el juicio a varios miembros del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro emblemático de la represión militar por donde sufrieron la tortura, represión, muerte y desaparición 5 000 jóvenes argentinos entre 1976 y 1983.
El hecho preocupó a los sectores democráticos que entienden que hay aún un sector de la población que aprueba la dictadura militar. “Hay que tomarlo con la seriedad necesaria por el día en que ocurrió. Todavía hay un vestigio de los grupos que se reúnen en la plaza de San Martín, para reivindicar el terrorismo de Estado”, dijo el diputado Ariel Basteiro.
Ayer se esperaba un pronunciamiento oficial. Sobre todo cuando se conoció en tempranas horas de la mañana que la Presidenta ofrecería al mediodía una cadena nacional de radio y TV.
Prefirió limitarse a anunciar un plan económico. Quien sí se refirió al tema fue su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. A la gravedad del hecho en sí, “lo preocupante es que exista esta vocación de palabras que no son saludables para la política”, comentó ayer.