Tuvimos la sensación de haber invertido bien el tiempo. Con mi familia salimos satisfechos luego de ver una buena película. Cuando esto sucede florecen los comentarios y las reacciones. Fluye una conversación sabrosa. Pero, cuando por desgracia vemos una mala, sale a flote el sentimiento de haber sido estafados. En ese caso nos callamos… o topamos otros temas de conversación.
Luego de ver “Preciosa”, dirigida por el director Lee Daniels, ovacionada en Canes y nominada a varios premios Oscar, la historia de Precious Jones, una chica afroestadounidense de 17 años, obesa y semianalfabeta, los comentarios y puntos de vista fueron múltiples. Todos válidos e interesantes.
Llamó la atención ver el “otro” Estados Unidos. No ese país poderoso, de grandes edificios y avenidas, dispendioso y relajado. El de las múltiples oportunidades donde todo mundo puede hacerse rico rápidamente. Sino aquel donde también existen barrios feos, pobreza, discriminación, droga y racismo. En el que existe violencia intrafamiliar expresado en el abuso sexual del padre que engendró en Precious dos hijos, el uno cuando ella tenía doce años, el otro a sus dieciséis.
Dio lugar a debate el asunto de la pésima alimentación, del exceso de comida chatarra, el sedentarismo frente a la TV, y su consecuencia en la obesidad, que es un problema de salud pública de enorme impacto en toda la sociedad gringa.
Motivó también comentarios los aspectos positivos. La solidaridad de las amigas y de la profesora que respaldaron a Precious en momentos críticos. La alta valoración de la educación como un espacio e instrumento que le dio fuerza y elementos para crecer y no dejarse morir.
Sin embargo, también la película explora la crisis existencial de una adolescente poco agraciada que desea ser amada y que se imagina flaca, rubia y triunfadora. Y destapa el rol de una madre que de una manera brutal descarga toda su ignorancia, frustración, violencia verbal y física sobre Precious a la que necesita como carta de presentación y justificación de su “amparo” a una menor de edad y madre soltera a cambio de lo cual recibe del gobierno una suerte de “bono de la pobreza”, que le permite sobrevivir en medio de la vagancia, estancamiento y conformismo. En tal sentido, levanta una crítica al sistema de “protección social” de EE.UU., que a través las compensaciones económicas, de los “bonos”, liquida el espíritu de trabajo y lucha de los pobres.
Preciosa conmueve y suscita múltiples lecturas y aprendizajes. Me quedo con la extraordinaria capacidad de lucha de esta chica por salir adelante a pesar de vivir en pésimas condiciones. Precious puede ser obesa y poco atractiva, pero es preciosa en sentimientos y ganas de vivir. Es un buen material para padres y docentes, pero también para los amigos del sector social del gobierno.