Con un déficit fiscal proyectado para el presente año de 7,4% del PIB, y ante la imposibilidad de financiar esa brecha emitiendo deuda, el Gobierno venezolano decidió devaluar el llamado bolívar fuerte de BsF 2,15 por dólar en el mercado oficial a BsF 2,6 para importaciones esenciales como medicinas y alimentos, y a BsF 4,3 para productos considerados no esenciales.
Con esta medida, el gobierno proyecta reducir el déficit fiscal al 3,2% del PIB, y tener el suficiente dinero para gastar en un año electoral considerado crucial para el oficialismo. Tomada la medida, el mercado paralelo de divisas, o mercado negro, subió a BsF 6,25 por dólar.
Este sistema de cambios múltiples ya fue aplicado en Venezuela a inicios de la década de los ochenta, causando grandes distorsiones en la economía. Con el diferencial cambiario existente entre el mercado oficial y el mercado negro, se crea un incentivo para ganar dinero fácil y rápido.
Quienes administran el mercado oficial y asignan las divisas a dedo tienen la puerta abierta para -a sola discreción- determinar cuáles son los beneficiarios y cuáles son los que tienen que esperar en línea.
Además, el diferencial entre el mercado negro y el mercado oficial sirve para que grandes financistas continúen incrementando sus ganancias mediante la compra de la deuda interna que emite el Gobierno.
Esta operación está diseñada para retirar circulante de la economía, producto del desmesurado gasto público. Los bonos están denominados en dólares, pero se compran en bolívares al tipo de cambo oficial, y son pagados en dólares a su vencimiento.
Es decir, que al momento del vencimiento quien compró bonos a BsF 2,6, venderá los dólares en el mercado negro con un margen de ganancia de más del 100%. En 2009 Venezuela fue el país con la más alta inflación en América Latina. Este año no será la excepción y ocupará nuevamente el primer lugar.
En marzo de 2005 se produjo la última devaluación, y desde aquella época la inflación acumulada se ha ubicado en el 165%, lo que determina que la presente devaluación es técnicamente insuficiente.
El 1 de enero de 2008 se introdujo el bolívar fuerte, para lo cual se le quitaron tres ceros al bolívar débil y se fijó la paridad a BsF 2,15 por dólar, la misma que ha durado muy poco.
El presente año no luce nada bien para la economía venezolana, que además de una alta inflación registrará una contracción de la producción y un aumento en el desempleo. Por lo tanto, cuando las políticas económicas se utilizan para fines distintos para los cuales fueron diseñadas, los resultados son desastrosos.
Lo estamos viendo también en Argentina, en donde el Gobierno quiere utilizar las reservas internacionales para pagar la deuda externa y normalizar una situación que él mismo creó.