¿Y los otros USD 300 000?

Aunque a Rafael Correa le moleste transparentar sus gastos personales y por más que se atore con insultos, tarde o temprano deberá decir qué hizo con los USD 600 000 que recibió del Banco Pichincha.

Correa no es ya el ciudadano común que era antes de estar alojado en Carondelet y aunque no haya norma escrita que lo diga, su condición de Presidente le obliga a transparentar el manejo de su dinero.

Pero hay otro motivo que lo obliga a decir qué hace de su dinero: coherencia.

Si casi cada sábado aparece denigrando a quien, por los motivos que fueran, han sacado el dinero del país, él debería ser coherente con lo que afirma. Ha dicho que tiene derecho a hacer una inversión para su familia en Bruselas. Eso es cierto y nadie lo objeta. Pero las mismas razones pudieron tener las personas a las que ha insultado por haber sacado capitales del país.

Correa ha sincerado solo una parte de sus gastos, a regañadientes y obligado por la prensa. Ricardo Patiño ha dicho que indagar sobre sus gastos equivale a preguntarle por qué va a Burger King.

Ambos, evidentemente, no entienden la diferencia entre lo público y lo privado.

Hacen exactamente lo que nos dijeron que hubiera hecho Álvaro Noboa si ganaba la Presidencia.

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