Aguafiestas. Sí, puede ser sonar a aguafiestas pero creo que la eliminación de la caducidad de la prisión preventiva no solucionará la ola delictiva. Lo único que se conseguirá es que, por cada inocente que quede en la cárcel por la ineficacia de los jueces, se manche la dignidad de cada uno de los ecuatorianos.
La idea de que es preferible que la gente permanezca en prisión con el riesgo de que haya aunque sea un inocente es incompatible con los principios de humanismo. Pero la euforia (entendible) generada tras la ola delictiva y el razonamiento de los políticos que tienen encuestas por almohadas están a punto de hacer que el Ecuador sucumba a la tentación represiva.
Cualquier encuestador sabe que si ahora mismo se somete a referéndum la pena de muerte, el resultado será abrumadoramente a favor de esta opción. Y que el político que presente la opción represiva más radical será el que gane. Aún no se sabe si el Presidente someterá a referéndum la idea de eliminar la caducidad de la prisión preventiva.
Lo único más o menos certero es que el electoralismo que se avecina estará signado por los alcances represivos de las reformas cuando, hasta ahora, no ha habido nadie que de forma consistente demuestre que la solución esté en el endurecimiento de las penas.