Camina con garbo, aunque a cada paso sus piernas flaquean. Es Nelson Guerra, quien durante 50 años trabajó en la Plaza de Toros de Quito y ahora está jubilado. Era mozo de espadas.
Salió ayer a rechazar la intención del Gobierno de suspender las corridas de toros. Esto, en el marco de la pregunta de la con-sulta popular que pretende prohibir los espectáculos públicos donde se maten animales.
“Mucha gente vive de esto, no es justo”, señala este hombre de 80 años, mientras avanza por la av. 6 de Diciembre. Guerra fue parte de una marcha que convocó a taurinos y galleros para entregar un escrito a la Corte Constitucional.
Según Mauricio Riofrío, en esa pregunta se registran 31 transgresiones constitucionales. Entre ellas, el derecho al trabajo y la violación al art. 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que todas las personas tienen derecho a formar parte libremente en la vida cultural de la comunidad y a gozar de las artes.
“Es una tradición de más de 500 años que no se nos puede arrebatar. ¿A quién se beneficia con esa pregunta?”, recalca Jorge Guevara, periodista taurino.
Ese es el criterio unificado de novilleros, banderilleros, toreros, ganaderos y vendedores de la plaza, que se unieron para protestar, desde el coso de Iñaquito, en el norte de la capital.
Al ritmo de pasodobles y pasacalles, la banda El Dorado animó la caminata de unas 1 500 personas durante casi tres horas.
A Rosa Heredia se le llenaron los ojos de lágrimas y, efusiva, criticó la intención del Mandatario.
“En vez de preocuparse de la muerte de los animales debe preocuparse por la muerte de tantos seres humanos a diario. Nos quitan el trabajo”, recalca la comerciante de 68 años.
Su mirada contrastó con la alegría de la marcha. Parecía una fiesta. En las aceras, decenas de personas aplaudían, otros movían sus caderas al ritmo de las trompetas que no dejaban de sonar.
Además, los choferes tocaron las bocinas de sus autos, había payasos, hombres a caballo y to-reros con sus trajes de luces.
Uno de ellos, el novillero ambateño El Espadita, relucía con su traje dorado con verde, junto a otros banderilleros como el Tortuga. Los percherones y caballos de paso encabezaron la protesta que exigía: “Libertad”, como gritaba emocionado el picador Hernán Tapia, mientas agitaba una bandera tricolor.
No solo los taurinos exigieron respeto, también los galleros.
“Lo elemental de cualquier sociedad es la tolerancia. Venimos a reclamar libertad y respeto, que las costumbres ancestrales no se pierdan”, dijo Galo Vayas, representante de los galleros, quien aseguró que unos 100 000 empleos se truncarían entre el área taurina y gallera.
A las 12:30 llegaron a la Corte Constitucional, en donde una delegación fue recibida por seis vocales y el presidente del organismo, Patricio Pazmiño.
En comisión general habló el representante de cada sector. Milton Calahorrano, de la Unión de Toreros del Ecuador, recalcó la idea del derecho al trabajo y a la tolerancia. La Feria de Quito aporta con el 70% de los gastos para las fiestas de la capital.
El torero Guillermo Albán, aunque no estuvo con su traje de luces, apeló a analizar que puede desaparecer el sector formal, lo que significaría menos ingresos al Fisco también. “Podrían generarse actividades clandestinas como pasa en otros países, en donde ya se han prohibido ciertas actividades culturales arraigadas”.
Pazmiño agradeció la presencia del sector en la Corte y aseguró que sus argumentos servirán de insumo para tomar la mejor decisión. Una vez que los dirigentes informaron que habían sido recibidos, Nelson Guerra se sentó a descansar. Miraba con emoción como los toreros con su traje de luces salieron a las calles.
Puntos de vista
José Juncosa / Antropólogo
‘¿Son legítimas estas prácticas?’
La democracia es generar canales para que cada uno se pueda expresar. Por un lado a mí me parece que preguntar en un plebiscito sobre las peleas de gallos y de toros pudiera leerse como un intento de sobre determinación de la vida cotidiana.
Pero, por otro lado, también la sociedad tiene derecho a preguntarse sobre la legitimidad de ciertas prácticas, una cosa es plantearse los toros y gallos en un concepto de conocimientos y saberes y experiencias, muy sensibles hacia la naturaleza. Otra sobre la legitimidad de esas prácticas.
La cuestión es demonizar ciertos aspectos que son sensibles a la opinión pública y esconder otros.
Francisco Peña / Ciudadano
‘Las tradiciones no lo justifican’
No estoy de acuerdo con la muerte de animales por entretenimiento. Las tradiciones no son argumento para justificar los actos de las personas. Seguro que los romanos tuvieron muy buenas razones para recrearse con la muerte de seres humanos y animales en el circo. La humanidad avanza en la conciencia ambiental y en los derechos que tiene todo ser vivo, lo cual nos obliga a revisar y cambiar nuestras costumbres, así hayan sido o sean de gusto de personajes como Picasso o García Márquez. La libertad de elegir es también otro débil argumento de los defensores de la fiesta brava, aunque la consulta podría ser otra cortina de humo más.
Marcha de los aficionados taurinos en Quito