Al llegar a casa, luego de dos años exactos, el coronel (r) Rolando Tapia abrazó a su esposa, Yolanda Cortez, y enseguida telefoneó a sus padres, Flavio y Germania, de 80 y 76 años. Les contó que lo habían liberado. No le creyeron. Y cortaron la comunicación… Solo cuando él contestó la llamada que le devolvieron, segundos después, se convencieron.
Tapia -quien el 30 de septiembre del 2010 llevaba 10 días como jefe de la Escolta Legislativa- dejó la Cárcel 4, ayer a las 08:35, bajo la figura de libertad controlada. De lunes a viernes deberá acudir a las 19:00, a la prisión, para pasar la noche allí, ya que fue condenado a tres años de cárcel.
Es uno de los procesados por la justicia, por “atentar contra la seguridad del Estado e impedir que la Asamblea sesionara” el 30-S.
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Ese día hubo una revuelta policial, varios uniformados se tomaron el Regimiento Quito 1. No aceptaron el veto a la Ley de Servicio Público, que -según creían- les quitaba algunos beneficios.
Ayer, sin imaginarlo, tuvo que volver a vivir todo eso otra vez, requerido por la prensa. Sobre la mesa del comedor de su casa, en la Urbanización La Primavera, en Cumbayá, había cachos de pan, queso y jamón. También una taza de leche, para que desayunara.
Pero no pudo hacerlo hasta casi el mediodía. A quien se lo preguntaba contaba que a las 05:00 se ejercitaba cuando le dijeron que sería liberado, horas más tarde, y conducido hasta su domicilio. Sabía que desde hace un mes podría ocurrir eso. No tenía idea de cuándo. Por eso, hasta la 01:00 pintó una acuarela.
Sus hijas Leslie y Nicole, de 23 y 21 años, y su esposa Yolanda recibieron la noticia, vía telefónica, muy temprano. Sintieron ganas de ir por él en pijamas. Entonces les comunicó que era mejor que lo esperaran en la propiedad. Además las chicas tenían clases.
Sin embargo, apenas pisó el mármol del piso de la sala, Tapia vio los detalles que ellas le habían dejado. Cuatro globos blancos y amarillos y un cártel con la palabra “Bienvenido”, escrita con esfero. Al coronel (r) le parecía que nada había cambiado. En una salita había pequeños cuadros, con diseños en punto de cruz bordados por su esposa… En una esquina había varias fotos familiares.
“¿Mi amor, cómo se abre esta puerta?”, se vio obligado a preguntar cuando luego de varios intentos no logró pasar al jardín. Ella apagó la licuadora y lo ayudó. “Ya lo olvidaste. Hay que bajar el seguro”, le indicó sonriendo.
En el lugar estaba Blacky, la perra de raza afgana que acompaña a la familia desde hace 11 años.
Tapia se cubrió los ojos con la mano, tratando de detener las lágrimas. El animal parecía no reconocerlo. Él la llamó por su nombre y como saludándolo esta puso sus patas delanteras sobre la cadera del coronel. Él pasó sus manos sobre su pelaje y su alargado hocico. “Su cachorro Prince murió de pena”, comentó Tapia mientras se animó a acariciar a Hanny, un perro más pequeño y peludo.
La esposa, a la que conoció cuando era subteniente, gracias a un amigo en común (Diego Herrera) estaba contenta. No tenía planes, sin embargo aseguraba que prepararía algo especial para celebrar el 17 de noviembre.
Ese día, su marido cumplirá 54 años, y ella 50. Estaba desconcertada. Respondía llamadas de periodistas y parientes a los que les confirmaba la noticia.
“Qué bello. No lo había oído tocar en tanto tiempo”, dijo sollozando, cuando escuchó, que en la planta alta de la casa, el coronel (r) tocaba la guitarra y cantaba: “Dame mi guitarra/ que quiero cantarte/ como aquellos días cuando me amaste…”. En 30 años de carrera policial escondió esa habilidad, pues era mal vista.
Ahora quiere retomar su vida. Era difícil pensar que todo cambiaría en una semana. Tras servir como agregado policial en Panamá, en una misión a la que acudió con sus tres hijos y Yolanda, había decidido pedir la baja voluntaria el 1 de octubre del 2010.
Desde mayo se desempeñaba como Subdirector de Personal. Estaba de vacaciones y de pronto le comunicaron que lo habían nombrado Jefe de la Escolta Legislativa. El presidente Fernando Cordero le preguntó cuándo podía incorporarse a trabajar. Él respondió que el 2 ó 4 de octubre.
Le pidieron hacerlo antes. Lo hizo el 20 de septiembre. En una semana terminaría su tarea. El presentaría el pedido de retiro el 1 de octubre. Pero su hoja de ruta se trastocó el 30-S.
Hace un año le dieron de baja por supuesta “mala conducta profesional”. Hoy quiere retomar el cultivo de girasoles y rosas en un terreno en Pifo, donde nació y donde viven sus padres. Y dedicarse a exportarlas a EE.UU. y Europa, como lo hizo hace años.
Por ahora siente que le dieron un tanque de oxígeno, está libre. Ya no tendrá que cerrar los ojos frente a la ventana de su celda e imaginar que estaba en Tonsupa, para aplacar la claustrofobia.
Las fechas claves tras la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010
29 sept. del 2010
Ese día, el Pleno de la Asamblea aceptó parte del veto del Ejecutivo a la Ley de Servicio Público. Algunos puntos molestaban a los policías, por la eliminación de condecoraciones.
30- S
Un grupo de policías se tomó las instalaciones del Regimiento Quito 1. El presidente Rafael Correa acude allá y es agredido. Se queda en el hospital policial, donde es retenido y luego rescatado.
6 de octubre 2010
El coronel Edwin Rolando Tapia es detenido por presunto atentado en contra de la seguridad interna del Estado. Se lo acusó de impedir que sesionara la Asamblea el día de la revuelta policial.
Febrero 2011
Rolando Tapia fue trasladado del ex Penal García Moreno al Hospital Eugenio Espejo. Detectan una posible claustrofobia que hace que le falte el oxígeno y que se sienta tenso y nervioso.
Junio del 2011
Por supuesta mala conducta profesional, el coronel Rolando Tapia es dado de baja. El argumento: las declaraciones que dio a la prensa el 30-S. Ese día se solidarizó con sus compañeros.
Agosto 2012
La Fiscalía de Pichincha otorgó la libertad controlada a Rolando Tapia. Su esposa, Yolanda Cortez, y su familia exigían que el
Director de la Cárcel 4 extendiese la boleta de excarcelación.